domingo, 1 de febrero de 2009

Creo en tí

Y no es una oda
al misticismo de los paisajes mexicanos
ni a los turquesas de los mares invadidos
por seres que no fueron invitados.

A estas alturas de mi vida
ya no creo en el ratón de los dientes de leche
en Santaclós o en el viejo del costal.

Como tampoco creo
en las promesas políticamente banales
en las iglesias medievales
en los bonomáticos o en la asistencia estadual.

No creo que un mundo lejano nos vigile
porque de seres inconexos
el mundo poblado está.

Pero sí creo que a tu lado
he descubierto almas infantiles
seres de luz que aún se despiertan amando
y que desean luchar.

Lo descubrí porque tú me enseñas a verlo
cada día, cuando despierto
y por las noches, cuando mi cuerpo se sale de mi cuerpo
y hasta el tuyo va a dar.

Creo en tu magia
en tu sonrisa, en tus ojos que desnudan
mi piel cuando vagan por mi corniza
creo en tu poder para cambiar las cosas
creo en tu poder de para bien las-transformar.

Creo, también,
que sin tí no hay alternativas
mundos similares con alas cosidas
como el tuyo, que sólo yo veo
porque a él (tal vez sin quererlo)
le dejaste a mi alma entrar.

Creo, también,
que a tu lado mi corazón es perpetuo
se lanza como los jilgueros
y por tí vuelve a soñar.

Como verás, no creo en aquellas falsas cosas
porque con tus dedos comprobé
que efectivamente no eran de verdad:
tristezas, olvidos, melancolías, juramentos al desvarío
hipocresías a granel y oportunismos para optimizar...

Pero yo creo en tí mejor que en nadie
ojos de luz fulgurante, tierra amuleto que me permite caminar
porque haces de mí una mujer danzante
una que invoca al Amor
para con sus besos-moneda
tu proeza pagar.

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