Observando las nubes
que se vuelven aves y flores
a las catorce
comprendí que necesario era
decirte que eres parte ya
de mi corazón, de mi alma
y de mi nombre.
Comprendí -y comprendo-
que este amor me vuelve fluido tornasolado:
el viento moldea mis costillas
a tus encantos
y estoy segura
que esta tarde
brilla eterna primavera por tí.
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