viernes, 20 de febrero de 2009

No me preguntes qué día es hoy al despertarme

No me preguntes
qué día es hoy al despertarme
simplemente dime que existes
que dentro de mi cuerpo ardes
que entero eres el beso que me sigue
allá donde mis pulmones respiren
y mis manos el lenguaje del amor te hablen.

Estoy consciente del tiempo
pero, amado mío,
niño guerrero, dulce e inquieto,
arrojé al mar de llanto los relojes con sus minuteros
la misma noche que tus ojos café claro
se cruzaron con los míos negros;
y el punto del no retorno inició
con tu nombre a bordo de mi pecho:

Mi corazón hizo una promesa al tuyo
mientras yo dormía aún
el sueño de los tristes por culpa de los injustos:
me entregaré a tí cada día
hasta que el fragmento de este universo fracase
y los dioses pongan a caminar uno nuevo.

Hay mucho camino por recorrer
aún nos quedan muchos fósforos-días
en la cajetilla de la cama y los te quieros;
hay un sin fin de atardeceres por recorrer
mientras probamos lo salado y lo dulce
de cada centímetro cuadrado de nuestros cuerpos;
hay muchas noches por bailar
y para morir y renacer el uno en el otro
a grito abierto;
y hay muchas mañanas para adorar
la bendición de la luz en nuestros ojos,
símbolo de que a la vida estamos plenamente despiertos.

Así que no me preguntes
qué día es hoy al despertarnos:
es el mismo día de siempre
te lo puede comprobar
la línea que se me escapa de la palma de mis manos
sólo para dar con las tuyas
y decirte que este corazón es tuyo
porque yo, su dueña, le ha pedido que te ame
tanto como yo sé que te amo.

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