martes, 20 de enero de 2015

Te abrazo, Amor mío
dondequiera que te encuentres
mi brazo elongado como una égloga de amor
mi corazón como un cesto de flores
para que en ti jamás muera la primavera.

Te beso, Amor mío
corazón de luna llena de vida dulce
amor de niño que rebosa su copa
y luego la tumba y se tropieza
y luego silencia su aleteo.

Te amo, Amor mío
aunque ya las palabras a veces sean innecesarias:
esto no es un piano ni una novela
esto no es Rachmaninov muriendo de amor
ni Neruda repasándote en tus pestañas
la febril insistencia de la virilidad
que de mi fuego fue partida

Esto es el amor, Amor mío
y en el silencio se ama
y a la distancia se entrega una oración
que agradece en mí vivísimo el amor
más que cualquier otra cosa en esta vida.


jueves, 8 de enero de 2015

Éste es el sueño
sobre la campiña amada
Érase una vez el vergel
sus campos purpúreos de nubes
como de sangre de bestia pura estallando.

Es el amanecer ardiente
de todos los fuegos dentro de un mismo fuego/
su heptagonal pupila
desde donde sale la luz,
los cantos de niños ascendidos;
de pubis recién mojados.

Es el almuerzo de las naranjas
su jugo corriendo entre los dedos
de la que fue virgen otra vez
en los brazos de su semidios muy amado.

Éste es el baile que no cesa
en el silencio del invierno,
sus pájaros como mensajes perpetuos
del ocio enamorado de sí
ahora que todo es tan perfecto
y las máculas sonríen al sol
pues pronto habrán de ser
en transparente perfume labradas.

Éste es el sueño que tengo
a la hora en que debo estar dormida.
Lo toco fuertemente con mis otros dedos
y así me llega el anverso de la noche. 
Buenas noches,
canción amada
arcoiris que veo
en los pliegues del invierno.

Mañana es ya
la bella melodía de tus ojos,
niño que nació un día de santos
corazón que nació para quererlo yo tanto.
Muy adentro de mí
la esquela
su tersura de inmortalidad aliviadora
brillante copa donde abrevan
los trazos percudidos del pasado.

Muy adentro de mí
el abrazo
de un canto de mi Madre sin fin
el calor
de una palma protectora del Padre.

Muy dentro de mí
el segundo que nunca acaba
y es siempre dádiva de reyes.

Muy dentro de mí
el perdón de los dioses que fui
y hoy escucho.
Si en la escalera se oyera
la verdad divina,
oiríamos en espiral
ese coro de niños ángeles
que me asiste en la mañana

O diez notas de piano de Europa
cuando el mar Egeo era la casa
de los buenos peces.

Si en la escalera me permitieran hablar
te tomaría por la espalda
y te susurraría un te amo en invierno.

El apartamento de dios
tiene paredes tibias
Europa o Pangea
láminas brillantes que serán estrellas
o lámparas de cocina
o crayolas, gorros de fiesta.

El apartamento de dios
es la risa inconforme
a raíz de tantos atentados
en favor de la acedia.

miércoles, 7 de enero de 2015

Hace cinco semanas
el beso en el aeropuerto.
Las matemáticas no fingen:
en el aeropuerto todo es una elipsis.

Hoy, como hace cinco semanas
mis labios a punto de carmín para ti. 
Todos los hombres sordos
con sus caminos resurcidos
y el lonche tibio
más que de fuego, de pasado.

Todos los hombres que pudieron ser sabios.

Mejor todos los niños chillones
sus gritos como alcancía para mi jubilación
sus manos sucias sin nada
porque saben que no habrá nada al crecer.

A ambos los amo.

En ambos me reconozco
y floto y luego duermo
y también escribo pies de foto
para cuando sea vieja y ciega
y no recuerde quién fui
porque una decide suprimir la amargura
en las calles y en el aire
porque una ha de elegir hablar de sol
y de amor verdadero
aunque afuera la asalten las púas.

Todos los días son de abril
y ahí yo me desenvuelvo.
Conozco de ti
de tu piel verde oscuro
cada vez que tu boca se cierra
y guardas dióxido para ti
en vez de playa o nube.

Ya sé
que debes estar reunido
contigo y tus ecos,
tus movimientos tercos
construyendo diques
contra el agua nueva.

Lo sé
porque detrás de mis ojos
la lluvia ácida de tu cielo
porque a cierta hora
el hoyo negro
por donde se cuelan clavos
que disocian al corazón de la palabra.
El silencio negro
una taza de cualquier material
con comida sin sabor.

Pero luego vienen las flores
yo, ferviente creyente de los jardines
aprendí a reconocer quien es el jardinero.

Cuando dejes de oírte en el mismo punto
cuando veas que eres un punto necio
justo enmedio de las orquídeas
y reconozcas tu perfume y tu arbitrio oxigenado

sabrás que no he sido ciega de amor
sabrás que mi latido es legítimo
y que mi palabra te ubica
en el reino que nos pertenece.

Buen día, Corazón Jardinero.
En mi día, los listones
cellos entonados
en las cajitas torácicas que soy
cada vez que un beso o dos
cada vez que mi respiración
le nombra el amor a nuestro cielo

Y yo te oigo latir
inmortal o fruta amarga
niño inquieto o fuga

Y mi sentido del amor
sigue siendo el mismo

O quizá una almohada dulce
un almíbar para tu camino
nubes para el reposo
brújula para tu alma exacerbada.

En mi día, los mantras de Dios
colocados para ti en mi lengua.
Muy adentro de mí
la flama se mece
y recuerdo mecerme en ella
como los nardos lo hacen
al caer la noche.

Adentro del sol está mi fuego
adentro de la lluvia buena permanece mi alma
Adentro de la tierra me renuevo.

Dentro de mí
la llama.