Conozco de ti
de tu piel verde oscuro
cada vez que tu boca se cierra
y guardas dióxido para ti
en vez de playa o nube.
Ya sé
que debes estar reunido
contigo y tus ecos,
tus movimientos tercos
construyendo diques
contra el agua nueva.
Lo sé
porque detrás de mis ojos
la lluvia ácida de tu cielo
porque a cierta hora
el hoyo negro
por donde se cuelan clavos
que disocian al corazón de la palabra.
El silencio negro
una taza de cualquier material
con comida sin sabor.
Pero luego vienen las flores
yo, ferviente creyente de los jardines
aprendí a reconocer quien es el jardinero.
Cuando dejes de oírte en el mismo punto
cuando veas que eres un punto necio
justo enmedio de las orquídeas
y reconozcas tu perfume y tu arbitrio oxigenado
sabrás que no he sido ciega de amor
sabrás que mi latido es legítimo
y que mi palabra te ubica
en el reino que nos pertenece.
Buen día, Corazón Jardinero.
miércoles, 7 de enero de 2015
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