domingo, 30 de enero de 2011

Nueve

I

Quién en contra del viento,
hombre.
Quién contra las alas
de un canto que no sueña más.

Qué ha sido del azul
y de la tersura de aquella bóveda,
tu domicilio ignoto,
el mar que al final quedó en tu cabeza
ahora puesto a tus pies.

Quién como Dios.
Ése era tu nombre.

Qué de los avioncitos de papel
que nunca vi
porque nunca fuiste niño mientras te conocí vivo.

Dónde los recuerdos de tus manos pequeñas.
Eras pelirrojo. Naciste con un pie torcido.
Erraste el camino
-igual que tu padre y el padre de éste
y la historia que se corta
y reposa
junto al cordón umbilical de todas las madres juntas
patriarcas todas
de tu pasado triste.
Me lo ha dicho mi madre,
lo supe de nacencia o lo quiero revivir en tu lugar.

La memoria de tu boca siempre fue como un sepulcro.
El que no tuviste:
ya puedes volar por los aires.


II

Tu padre y mi padre
que eres tú mismo
caminaban por la calle central
de la ciudad que menos quisiste
y donde no viniste a morir.

Una foto en blanco y negro
es lo que dejaste diez días
después de tu muerte.

No fue el elote con chile
ni los juguetes que juntos sumaron
las semanas de tu ausencia.

No.

Un fotorama sin color.
Así te encontré vagando
diez días después de tu muerte.

Yo supuse que quisiste reconstruir en sepia
los días más sacros
de tu existencia.

Blanco y negro te dieron nada más.


III

Caminaste en blanco y negro
para no hablar conmigo.
Solo, perdido entre autos viejos
y calles desiertas,
te vi caminando con la congoja
de la soledad.
[Tu demonio más aguerrido,
ése que con mezcal
aplacaste para que no te viera sufrir la ansiedad
una noche tierna de abril en tu ciudad
que siempre fue tu casa].
Decidí caminar contigo
para que no sintieras que ya estabas muerto.

Dime, ¿adónde traías el rostro de mi madre,
muerto errante?
¿Adónde las canciones que sé le cantaste
y se fueron por ti,
junto con su aliento?


IV

Blanco (1).

Blanco.
Así adjetivé tu tez en mi infancia.

Pero lo ajado de la muerte
se te vino encima
el día de tu funeral.
El gris oxford de mi graduación
era el mismo de tu último ajuar.
Y te veías tan distinto...

Blanco (2).

¡Mira la nube, papá!
Yo columpiada por ti
sentía que podría llegar muy lejos.
Mala suerte en mi virtud de fémina congruente:
legaste toda tu belleza
y la hermosura de mi madre
a la primera hija
que el amor ideal les dio.

Yo fui la cuarta.
Yo recogí los trozos
de una suprainteligencia
que los desgarraba de su mundo idílico
para siempre.

Blanco (3).

Brillabas.
No dijiste nada.
Como la estrella muerta de un poeta que no cree en dios.
El rostro me duele.
Báñame con tu luz de muerto,
anima mi soledad con la tuya.

Y no hablemos del amor,
que para eso no necesitas dejar de existir.


V

Negro (1).

Nunca conocí tu pelo escaso en espiral
cuando estaba más cercano al negro
que al blanco de tus días finales.

Astro abandonado siempre
a la voluptuosidad de Venus
hacías de otros ojos
más pequeños
-como los míos;
más curiosos
-como los míos,
eternos asteroides buscando luz propia.

Le dí la vuelta alrededor de tu sentido del humor.
Me quemé con tu sarcasmo.
Mi brazo izquierdo quedó marcado para siempre.


Negro (2).

Nadie te vio bajar en la profundidad de la tierra.
Tu madre te abandonó.
Abandónate, hijo, en el perdón,
clamó ella el día de tu muerte.
Tú elegiste el viento.
Zacatecas se nubla cada treinta de enero.

¿Adónde fue tu huella, hombre?
Yo guardo mi porción del armazón de tus lentes
en los míos.
Y en las cubas libres y los golpes al cigarro,
en las colillas
y en ese desenfado a todo lo que indique
un compromiso casi nupcial.

¿Adónde fue tu huella, hombre?
Acaso se adentró
en la espesura de la cortina negra
incrustada en la frente de mi madre
y por eso te sueña, intranquila,
en la profundidad de la noche.

Nadie te vio bajar a la tierra.
No era de suponerse que bajaras:
toda tu vida fue un constante girar y girar.

Te veo a ti al tocar tus acetatos.


Negro (3).

Ignoro si los libros de literatura rusa
fueron adquiridos
en tu juventud ambivalente
para mi nombre futuro.

Intocable e inasible
es el patrimonio legado para mis días maduros.
Igual que el apellido de tu padre
que también es el mío,
o como ese cansancio exquisito
a la vuelta de tu esquina recurrida.

Entre tú y yo no hubo puente,
tanto amor y no pudimos construir
un camino.

Una nota musical
es lo que más nos acerca.
La tecla negra del piano distante
ahogado en las entrañas de un mar con útero seco.

Negro (4)

No quiero pensarte
en el exilio de la noche.
Me aferro a que partiste
con la luz de las tres de la tarde
-dramático hombre,
siempre emulando a otras deidades humanas-.

Ahí, en la luz de aquella estrella diosa y muerta
seguramente estarás brindando.
Bohemio contable.

Te sigues robando la luz de Alguien
para dársela a los tristes.
Tus enemigos nunca perdonarán
el heroico acto
de la repartición de la luz terrestre
(mientras pudiste hacerlo).


VI

Cuéntame, muchacho,
qué esperarías de la vida.
Puedo construirte
un universo paralelo
donde juegues con mamá
y dejes de llamarla en silencio
simplemente Sarah.

Puedo vender mis pertenencias
-aire, inteligencia, la autocrítica que te exaspera-
para darte una casita
donde corras hasta liberar el rencor
que agarraste de tu primera matria,

Tan frágil eras,
tan frágil me llamabas,
tan frágil te veías asiéndome la mano al pasear.

Fragilidad empacada en todas las cajas
que desde niña fui recolectando mientras seguí tu sombra.

Hemos sido tantos nombres,
que yo quiero jugar otro intento
y así regalarte otra vida
por la mitad que a mí me toca.

Dime, niño mío,
qué esperarías de la vida.

Yo por ti
y por la morena que desnudó tu frente
soy capaz de borrar calles enteras
trazar ciudades
o tragarme al mundo
que te rompió la virtud.


VII

Rompe tu cajita de viento, niño.
Mira cómo emerge la escalera del viejo Dante.
Corre en la escalera de tus ojos delante.
Corre en la escalera de tus ojos.
Corre en la escalera.
Corre, niño.

Dulces como alforjas llueven.
Recógelas.
Cómelas.
Guárdalas.

Herédamelas todas.


VIII

-No tengo luz.
-Yo abriré los ojos por ti, padre.
Sesgaré la sinuosidad
para que el miedo no te tumbe,
blanco.

-No tengo nombre.
-Yo inventaré uno para ti, niño.
Lo colocaré en la punta del cielo más visible
donde no lo puedas volver a perder.

-No tengo forma.
-La emitiremos juntos
con cada canción
que elijas que yo te cante.

-No tengo voz...
-Entonces, yo cantaré en tu lugar.


IX

-No tengo oración.
-Yo tampoco la tengo, padre.
Por eso te he escrito todo esto.
Para que descanses en paz
y te lleves las nueve flechas de tu ausencia
en el bolso que transforma
la amargura en luz.

-No tengo dios.
-Dios es tantas cosas
pero eso es para cuestionarse en la tierra.
Déjame que yo me preocupe por tí.

Y camina por la vereda de flores ocultas en la noche.
Camina por el lado del sol que nunca duerme.
Camina en la bondad de la fuente de la luz suprema
y no le cuestiones por qué te hizo
ni le digas que yo existo.
Camina en ti y renace
en otra estrella cualquiera.

Cuando te canses de caminar
habrás llegado al punto de la nada.
Ahí descansa y juega.
Ahí sonríe y ya no temas.

Sábete que tienes una cita conmigo.
Llegaré en domingo
dentro de unos cuantos millones de años luz.

domingo, 23 de enero de 2011

Arengo

La escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón
(Nuestro Juramento, Benito de Jesús/ Julio Jaramillo).

Qué puedo yo arengar,
vida mía:
poesía, aplausos, un beso tibio.

Sin ti, lo melifluo de la retórica exterior
parece una cortina entre la muerte
y este limbo llamado mundo.

Qué puedo yo arengar,
tinta sangre de boleros cansados:
plata, pluma empeñada, discurso a cambio de centavos.

Amor mío,
el tip-tap del teclado
parece un vacío sin fin,
un poema de largo aliento con destino al más allá...
y sin eco de regreso.
Una retahíla de letras pagadas
como salidas de un lupanar olvidado.

Qué puedo yo arengar,
cielo empapelado,
si todo está ya dicho.

La batalla

La batalla por retener al viento entre los dedos avanza
cuando dos bocas se huelen
huyen y se asoman
desde sus espejos frontales.

El duelo inicia con la intersección
de todo lo dicho y no olvidado;
de clonados perdones acumulados en cajitas de cereal, mitos, alhajeros y planos;
del rencor en las esquinas arremolinado
en la casa-templo/ mezquita inmune-altar/ lugar común-verso;
del sabor a eucalipto que besa el fracaso anticipado:
nadie sale vivo después del amor.

Alguien dibuja la estampa de una batalla sufrida
por mentes invadidas de entes abstractos y tristes
en bancarrota y sin sueldo.
No ríe. No se asombra. No reza ni se acongoja.
Desliza su grafito por inercia.

[Porque el beso resultó extinto, sobrevino la inercia].

Ya nada impresiona a los sobrevivientes del tremor
-aquel que derrumbó el centro de la alegría.
Ya todos están con sus labios besando, boca abajo, del mundo lo agreste.

Viene otro día,
hay nuevas excusas
para recordar lo que no fue.

Y los labios en lucha, ceden
rompiendo contra el viento su fracaso.

miércoles, 19 de enero de 2011

Amanecer

Mi porción de mundo es una rosa esperando brotar;
así lo presiento debajo de esta porción de cielo
con sus ojos de cemento mirándome la cara.

Oigo cómo reverberan los colores
de todos los fuegos del tiempo.
Cruje el vacío.

Es la ciudad multiplicada
sacando un traje
parecido al de un reciclado fue
listo para consumirlo de a poco
otro día.

viernes, 14 de enero de 2011

Belleza

La belleza en estos días me confunde.
¿Era bella, fui bella o simplemente lo soñé?
No importa:
crecen mis uñas,
alguna vez oiré
cómo se reabren
estos párpados grisáceos
a la inminente llegada
de algo parecido a la pasión.

Me gustas tú

Me gustas tú,
lluvia tímida de enero,
porque eres tan callada
como esta cama a la que me imanto.

Me gusta cuando tu índice bordea
los senos de la sierra hecha escarcha
que estira las piernas a los hombres solitarios
y regala un deseo distinto cada noche
a las hembras sin sol.

Me gusta que enjutes mi cabello
y no lo sueltes hasta que me quede otra vez dormida en silencio
cansada de quedar siempre en segundo sitio
en la competencia de la abundancia del agua que mana de nosotras.

Me gusta el sabor de tu leche alimentadora
de los niños que no gritan más "vida"
pues hibernan un papalote entre las alas de un unicornio gigante
cuyo arribo anunciado está
en las carteleras de un exótico verano.

Pero más me gustan las siluetas
de todas las personas que me dibujas
en los azulejos del baño:
toda la naranja media del norte
estamos a tus pies

y algunos hasta descansan
bajo la blancura silenciosa de tu madre, Nieves.

La alegría de estar vivo, v. 2011

Esto que ves y que sube
se adentra y camina
despacito
como serpiente de dos cabezas,
se llama ausencia.

Te la regalo todita.
Para que sepas nomás
la alegría de estar vivo.

miércoles, 12 de enero de 2011

Página en blanco

Qué tristes son las páginas en blanco:
tan valientemente vencedoras al tacto,
tan ensordecedoras,
tan sin miedo a la oscuridad.

Como de un luto abismal michoacano.

Impertérritas, abren la piel que me cobija
y cubren los músculos
inmóviles ante su ebúrnea hermosura.

Ahora me duele más el invierno.

Voy a por coplas para recordarte.
Silbaré una canción
que se escuchará desnuda
entre la paja de un campo amplio

sin nuestros nombres.

Cero grados

Habla, noche.
¿O es que hay demasiado invierno en tu boca
como para besar el olor
de lo que duele?

Las instantáneas caducaron en tu falda
el día que el hielo rozó mi sexo.

No sufras, noche.
No hay motivo para dolerse
estando muerta.

martes, 11 de enero de 2011

La Super Mujer según Kitschtzsche

Traigo demasiado rímel como para ver mis defectos.
Tanta sombra tapando todos mis recuerdos non gratos.
Demasiado rubor como para sonrojarme por el mundo...

Aparta tu mano derecha de mi rostro perfecto:
todo lo que hiciste, orbe, se reduce
en olvidar nuestros nombres y valuarte en un color ridículo.

Porque cada parte de mi cuerpo
es un ser de mi sexo olvidado por tu cara.
¡Si tan sólo tu magma palpitara
como un corazón!

También llevo puesto demasiado labial:
ya no puedo arrepentirme de lo que he dicho
ni de todo el amor que no he dado.

Porque yo soy grande.
Sólo yo, en este ebúrneo páramo,
diginifico la nada en la que he sido inscrita
desde la primer memoria de la noche del tiempo

Y puedo otorgar mi desdén
a lo absurdo
en tanto siga siendo yo

La única.
La inabarcable.
La siempre magnífica.
La Super Mujer
instalada en el registro de todos los minutos
de un cosmos tan sutil
que me cabe en la palma de mi mano izquierda.

La misma que no precisa más alhajas
mas que un rayo de luz
de todo aquello que me ha olvidado.

jueves, 6 de enero de 2011

El perfume del invierno

Atrapa el perfume del invierno,
pásalo por tu piel,
que nada interrumpa el crecimiento
de su semilla en tu dermis.

Oí algo hablándome aire.

Eras tú, viento,
lo que confundía con la añoranza al correr en pos de todos mis hologramas reunidos.

Atrapa el perfume del invierno.

Así lo hice y una tarde rojiza invadió mi templo.
Era pasión lo que ebulló dentro de mí.

Te he añorado tanto,
le dije.
Me has confundido con la alegría de abrir los ojos.

Como un cometa, pasó su fuego en la primera capa de mi cuerpo.
Me sentí una cebolla sin piel,
nuez de corazón a prueba de insultos del destino.

Atrapé el perfume del invierno.

Su viento trajo recuerdos inatrapables
al umbral de mi puerta cansada.

Que lo inasible sea por siempre
una fórmula mágica para construir un mundo alterno.
Uno donde me mantenga yo a ras del amargo llanto.

Recé, mientras perfumaba con su aroma
estas letras.

martes, 4 de enero de 2011

La jaula

Ábrete Jaula y déjame vivir sin ti.
Despoja mi cuerpo,
mi mente,
aquellos tibios anhelos de los quince:

Pierna madera, heme aquí astillada.
La luz de una lumen desviada enfoca mis defectos.
Los coloca al centro de la base circular en la que me muevo,
reina, diosa:

También soy clown de media noche,
oigo cómo ríen los que a esta jaula miran.

Hay un despojo y lleva mi nombre
diario adentro
música febril que prescindió de la orquesta.

sábado, 1 de enero de 2011

01.01.2011

La maravilla de lo fantástico
es amanecer un día igual de frío
que antier

Y ver los retazos de un mundo occidental,
rompiendo las mismas filas para luego rehacerlas.
Intentando creer que moverá montañas
con su consumista filosofía wash and wear:

El desmadre quién lo pagará
-saldo rojo-.
Miles de niños siguen hambrientos
-saldo de tez café-.
Tantos jóvenes perdiendo la fe
-saldo incoloro de 2 gigabytes-.
Tantas vidas que se mueren sin oxígeno real
-saldo del hastío en blanco, hola 2011-.

Feliz año nuevo, me dice la tele,
la chica de los cercanos cuarenta ataviada
de un rojo que cansa la vista.

Yo apago todo indicio de nuevas dimensiones.

Aletea mi voz otra vez
como la mariposa que desea huir
a cualquier punto de la galaxia
que no sea éste.