Qué tristes son las páginas en blanco:
tan valientemente vencedoras al tacto,
tan ensordecedoras,
tan sin miedo a la oscuridad.
Como de un luto abismal michoacano.
Impertérritas, abren la piel que me cobija
y cubren los músculos
inmóviles ante su ebúrnea hermosura.
Ahora me duele más el invierno.
Voy a por coplas para recordarte.
Silbaré una canción
que se escuchará desnuda
entre la paja de un campo amplio
sin nuestros nombres.
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