jueves, 31 de marzo de 2011

Hacer el amor

Hacer el amor, sí
pero hacerlo de pie y sólo conmigo
carne fresa, pasto destino
sin consignar a aquel arbitrio mi boca.

Ése, que me invita a morir
de rodillas a la inmanencia de lo fallido
restregándome su piedra robótica en un gemido,
e ignorando el supradecibel inaudible que me toca.

Hacer el amor hasta decir:
"la lluvia no erosiona más el caos postrecurrido"
y no entender un ápice de lo que digo,
deshaciéndome de una vieja, mundial y falsa períoca.

Hacer el amor y con violácea tinta escribir
las palabras soy y puedo, vuelvo y siento, ya sólo miro
por mirar la vida entera, universal y abierta a mis oídos
como un refugio donde guardo lo que me vuelve loca.

Como una fragancia de flores machacadas al frenesí
de un beso que viaja y atestigua lo nuevo que respiro
envolviéndome en soles y lunas y versos nutridos;
una fragancia que derribe todo lo que hoy me sofoca.

Hacer el amor hasta gritar sí
para mí y solamente siendo mía.
Multiplicarme en las llamas del estelar incendio
reducir la pena máxima a la flexible filosofía
del canto divino que se erige sobre el silencio.

Hoy quiero hacer el amor, sí.
Pero hacerlo de pie y sólo conmigo
en el cuerpo del enemigo
y en los dolidos labios carmesí
de mi ignoto, chispeante camino.

lunes, 28 de marzo de 2011

Con tu nombre en mi alma

Un salto al tiempo,
un punto y aparte,
a doble renglón.

Tu presencia derribando
las elegías de mi otrora cosmos.

Tú y sólo tú
esperándome en el seven
mientras yo recargaba tiempo,
tan sencillo/tan humano/tan encanto/tan único.
Ambos sabíamos que era ese lapso
o el nunca de estos días.

Y me esperaste

Tú,
gigante en mi ciudad pequeña
-la que rodea mi cintura
y la que en mis entrañas se despliega-
y me invadiste lleno de un sol de mediodía
en el amarre negro de la noche.

Y de una de tus palmas calladas, irónicas y rubias,
me diste a tomar
la lluvia ligera que emiten los dioses
al reír
-como rieron de alegría esa mañana nocturna
en otoñal primavera-
callando la soledad de mi boca.


La brizna de todos los verbos bellos del mundo
besar
acariciar
tocar
susurrar
amar
desear
en todas las lenguas en este universo posibles

Las tomaste tú con tus manos
y las colocaste en el entero de mi figura sin ropa
llena de ti
acomodada en ti
abandonada en ti.

Milagro de Dios, sí
pero en mis brazos abiertos
perdiendo el miedo
al sempiterno vacío.


Un salto al tiempo,
un punto y aparte,
a doble renglón.

Hoy estoy de nuevo sola
y sin embargo no lo estoy.
Está tu cara
está la fecha
está la raya de mi mano
que aguardaba ansiosa ese destino.

Está la hermosa primavera
que de gasa se viste
sólo porque tú llegaste a alumbrar
el páramo que era mi seno.


Un salto al tiempo,
un punto y aparte,
a doble renglón.

El corazón de mi suelo exhala alabanzas
mientras mi canción de amor y yo
enterramos los vagos, preterísimos truenos.

Los enterramos muy lejos,
te nutro, rojo regalo,

Con tu nombre en mi alma.

domingo, 27 de marzo de 2011

La sustitución floral del asfalto

Primavera que renaces
en un trozo de la tierra
extiende tu abrazo, florida fiera
subyugando a la amargura en tus fauces.

Recorre, voraz, los cantos tenaces
de las víctimas de la grava erigida a pesar de sus piernas
que día a día su cabeza hunden en la arena
de un falso sol de rayos procaces.

Implanta la urgencia de tus etéreas ropas
junto a los atávicos deseos de una clara magnificencia
que venga y rompa el horror bebido de las copas

de vivir este siglo en franca decadencia
donde unos laxos dicen amor y otros se guarecen en las metopas
nostálgicos de otro tipo de turgencia.

Latir monocorde

Decimonónico arbitrio del corazón,
en la tarde te vi luchando contra ti mismo
y me diste pena.

La tarde es así, un durazno a medio ámbar;
la edad es una bicicleta olvidada por ahí
y esta consciencia de no ser lo que se debe
es un vestido ceñido a la piel, transparente.

Pero tú no dejas de latir.

Decimonónico latir monocorde,
algún día me sentaré a explicarte
por qué es mejor ocultarse y crear
que esperar una llama paralela, siempre viva,
única.

No será en esta ocasión.
Estoy cansada.

De cansarte a ti con mis indolencias;
de mortificarme por tus exabruptos.
La lluvia y la miel, las flores y sus estambres
no son para una cara a cuatro ojos.
Son mis manos las que así lo entienden
y así lo escriben.

Flamígero girón del corazón,
suéltame esta noche.

Yo te juro que a cambio cantaré
todo el conocimiento silenciado del mundo.
El mismo que de chiquita sentí
y me ha dado la única piel
más leal de todas las que he vivido.

Altaír Sonora (v.2)

Nirvanas fabrica Altaír Sonora
en la tierna, oscura noche de Bengala,
cuyo silencio galáctico regala
para apaciguar a los insomnes de estas horas.

Oigan cómo se envuelven
las lágrimas de los vencidos.

Miren cómo resurgen
los soles de los perdidos.

Sientan cómo caen
los cuerpos de los enamorados abatidos:

Ya está por amanecer.

sábado, 26 de marzo de 2011

Altaír Sonora (v.1)

Altaír Sonora y tus puntas titilando
en el fulgor de tu llanto sereno.
Altaír Sonora, tus sábanas mojando
con el sudor de un infinito, galáctico verso.
Altaír Sonora, sueño incandescente
de una mujer que yace en el cósmico anverso
de todo lo que pueda llamarse mundo.
Altaír Sonora, nombre de perfume encajonado
de ámbar insistente.
Altaír Sonora, banda con mariachi integrado,
música celestial del vulgo en los labios.
Altaír Sonora, estrella y flor
con canto de maguey en las manos:

Tú no eres de esta Tierra,
tú no has venido a darnos la paz por el llanto.
Tú resplandeces igual que una luna llena.
Tú haces que olvide mi nombre en tu manto.
Engañas a todos, me engañas a mí;
te engañas, divina, con un olor de fruta en los labios.

Y dejaras de ser mujer, estrella
también te ennegreces
cuando regalas tus ojos al pasado.

Deja que otros mueran por ti.
Tus recuerdos, lo que más te brille.
Dale un sentido a la soledad de tu luz
brillando en medio de la nada azul,
en lo que regresa una oración más divina
y más fuerte
por tus besos de seda luminosa.

jueves, 24 de marzo de 2011

Casa de Luz (v)

Casa de Luz llama a mi puerta.
Me pide posada
para guarecer su luminosidad
de la jauría en revuelta.

Casa de Luz, llamas a mi puerta.
No tengo abrigo, dejaremos la mente abierta
o el alma antes de la muerte
o la muerte al centro de nuestra mesa.

Casa de Luz no quieres andar más
el camino del iniciado que va y viene.
Yo no tengo lecho, sólo libros.
En sus páginas, si te place, duerme.

Casa de Luz duerme conmigo:
ahuyento sus malos sueños,
con sus luces mi insomnio medico
para atestiguar cuando su sol despierte.

Casa de Luz sus ventanales
en mis pobres ventanas despliega
y no me habla de mi futuro
ni me cuestiona lo que pienso de la suerte.

Extravío

Caudal de oro que me arrebata el tiempo,
vorágine de firmamento en mi pecho,
hombre de mercurio, en mí extendido pensamiento:

En el extravío de mi propia primavera
yo te invento, te borro, te invoco y te recreo
como un dios discreto
que baila y recita para mí
todos los rayos versificados del sol en el universal espejo.

Y en tu voz me perderé
si tu voz no repara en mi deseo.
Tener tus plantas en el mismo suelo
donde yace y mira bullir la sangre, llamándote muy lejos.

lunes, 21 de marzo de 2011

Marmóreo canto:

Yo podría permanecer
en el vórtice de tus ojos azules,
pléyade bendita de palabras extraviadas.

Y ver y comprender
y admirarme (otra vez)
del origen de los ritmos
del canto primigenio entre los hombres
y los pétalos endecasílabos
con que se enamoran las mujeres.

Si tan sólo estuvieras cerca.
Si yo supiera que es para mí,
mar sin sal
laberinto marmóreo pero turgente,
el remolino con el que caminas la Tierra

...aunque fuera unos segundos.

Nureyév

Nureyév salta por la ventana:
abre sus ebúrneas alas de pluma de ganso
e intenta volar.

Nureyév cae de bruces
en el manto floreciente.
Escupe el pasto
se levanta y oculta en sus muslos la debilidad.

Esto no debería ser así.
Mi naturaleza es sempiternamente triste.
Soy un bocado de asfixiante blancura,
mi destino es dispersar la melancolía
en el viento.

Tomas un espejo
y arrancas del llanto la memoria.
Entras otra vez a casa.
Llena de luz, una luz de nieve blanca.
Limpia de ti como quisieron tus parientes.
Libre de tu nombre
aunque vivas en ella.

Nureyév toma aliento. Sube las escaleras
que dan al primer piso.
¡Hermoso marco de madera!
Si incendiarte a golpes con mis labios pudiera
no pisaría tu cuerpo con mis pies.

Abres la segunda ventana.
Te dispones a volar otra vez.

Y cuando del manto florido
libre te creías,
su piel envolvió tu fracaso.

Nureyév dispara en sentido inverso
todas las melodías de su abuelo.
La canción con la que su padre sedujo a su madre;
el arrullo del mar congelado
que mató a su hermano pequeño.
Todas le estallan
todas le arrugan por dentro.

Nureyév escucha un himno floral casa adentro.
Regresa y vomita al ver los nardos de una peli en la tele.
Abre la gaveta. Todo se ha esfumado.

El invierno se ha ido.
El gran bloque de hielo se ha descongelado.
Nureyév trae un leotardo sucio y blanco,
su rubio pelo atestigua
su despegue de aquel mundo, desangelado.

Nureyév piensa que no recordaba nada cuando era niño:
él era una rueca pequeña tejiendo minutos postreros.
Filas y filas de ideologías.
¿Adónde se fueron?
¿Por qué vendieron sus cuerpos
a la primaveral colorimetría?

Seca sus lágrimas con sus dedos tan blancos
como la cara pétrea de papá
al dejar el corazón en el vidrio.

Sube con sus mallas raídas
la inhabitada ala de la casa
que al ático conducía.

Todo es como un caleidoscopio colorido,
¿o es que tu mirada te engaña?
Salta, Nureyév, salta.
No hay nada más cansado
que arrastrar el invierno de todo el mundo.

Salta, Nureyév, salta:
la gente se olvidó de ti
y te cambió por frases con el arcoiris integrado.

Nureyév salta otra vez.
El manto de flores absorbió su rabia roja.
Todos los pájaros
volaron hacia donde dicen que está Japón.

Nureyév, alguien más cierra tu boca de nieve
por ti.

domingo, 20 de marzo de 2011

Mellow

Let the blind put some colour
in the Life
and our own March
will flow into a mellow,
inmortal word,
forever.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Ondas lejanas

Las ondas, desde muy lejos, vendrán.
Llegarán como las musas de siempre
a acariciarnos con sus gasas
los girones de la vida rutinaria.

Con su iridiscencia noctámbula dirán
una oración para habitar la noche;
y a los guerreros enardecerán,
deseosos de combatir la muerte,
con el augurio de la muerte misma en el pecho.

Podríamos partir, sí.
Es una cuestión de adelantarnos
al Padre Tiempo,
y sacar a bailar
a las doncellas de un espumoso mar
que ahoga la línea índigo del horizonte.

Mientras, otra vida se nos promete.

domingo, 13 de marzo de 2011

Instantáneas

I

El niño eternizado
guiado hacia la gran ola
por el perfume de su madre.

II

Inmóvil, altivo,
el manto transparente
reflejando un cielo ansioso:
demasiados son en tan inesperado viaje.

III.

El viento trajo consigo
el cerezo de tus labios;
la ola, se lleva conmigo
tu abrazo sin fin.

IV

La luz nuclear levanta una lengua neptuniana
engendrando el pánico.
Nos volvimos dioses
para extinguirnos los unos a los otros.

viernes, 11 de marzo de 2011

Canto

Canto a la vida en medio del escombro:
la sinfonía cinética se ha instalado
en el negro de quien todo lo puede ver
y por eso lo canta.

Canto del blanco al ausente,
canto que atraviesa al oro de la palabra furia.
Canto de las aves de la inocencia
y de un lado a otro del universo.

Canto mortuorio.
Canto de los vencidos.
Canto de una luz divina cuyo nombre no ha dicho.
Canto impenetrable por egos marchitos.

Canto inamovible,
canto de laúdes a reyes recién nacidos.
Canto que no se anula en el tiempo.
Canto que le huye a la humillación y el desencanto florecido.

Canto a la vida en medio del escombro,
himno a la naturaleza muerta que deja lo ingrato
en el alma pura.
Canto a contracorriente
para enmendar la sumisión de las sonrisas precedentes.
Canto a prueba de muros
y letras suspendidas.

Canto a prueba de disfonías pasajeras
y de pausas desiertas.

Y si el silencio arriba
es porque trae la nota precisa.

Y si el silencio arremete
y se incrusta en tu sala
y hasta en la cuchara con la que comes
estos bocados de fe de hace meses,

es porque descifra en tu canto, ¡oh, diosa de las esferas!
la perpetuidad de tu reino
por sobre todas las musas efímeras de este mundo.

lunes, 7 de marzo de 2011

Casa de Luz (iv)

Casa de luz,
espejo cóncavo brillante nombrado cielo,
resuelta está la noche
y revuelto el sueño mío.

Quiero dejar de soñar
aquella casa sitiada
al otro lado del firmamento.

Traigo de la inocencia extravío
y la memoria hace estragos conmigo en este momento.

Duermo, duermo, duermo.
El ahora bajo tu techo
borra el cómo y los nuncas.

Duermo, duermo, duermo.
El insomnio ya es un vagabundo
en otra parte de este inmenso lugar
que es un jardín de estrellas perdidas para ti.

Duermo, duermo, duermo,
tú cantas y yo puedo dejar
que rebroten las flores de los juegos que de niña perdí.

Casa de luz,
madre añorada,
dime que no te vas
en esta madrugada…

Casa de Luz (iii)

Y si no te sirve nada
entonces por qué existo.

Y si me he quedado con nada
entonces cómo es que respiro.

Y si te ofrendara mi nada
en su transparencia te pudiera ver.

Y si no soy nada,
a la nada me niego a retroceder.

Casa de luz,
ahógame este abismo.

Casa de luz,
convídame tu fuego,
que duermo en el humano frío.

Casa de luz,
llámame y me volveré de nuevo un buen sonido.

Casa de luz,
ilumíname en medio del anochecer.

Casa de Luz (ii)

Ayer, transitando por el plomo de la tarde,
busqué la manera de escuchar
tu canción de plata sobre mi espalda.

Abrí la habitación del pensamiento,
en una idea repetida me senté.

Necesitaba reconstruir
el instrumento cósmico capaz de reproducirla

-al fin entendí.

...No hay más material divino
en la faz de la casa de la humanidad.

Me fui al rincón de los rituales.
Encontré a ojos aoristos
en la ubicua costumbre de ofrendarse.

Y te di, ajena de mí, el silencio de lo que me aturde.
Lo creía muy pesado y grande.
Al entrar a tu oído se volvió terrestre, pequeño e imperceptible
junto a las sinfonías mudas que danzan
las palabras creadas por ti,
todas de dimensiones justas y perfectas.

Casa de luz,
cántico lugar de voces argénteas,
quise darte otra cosa.

Me despojé de mis cantos,
tan inmensos como la soledad
de un día sin vecinos buenos.
Todos ellos fueron tuyos a mi instante.
Yo los pegué en tu piel de marfil etéreo;
con lágrimas y risas fijé sus notas
de un arte menor.

Pero al sentir tus muros con mis dedos,
supe que aquéllos en ti ya existían:
se crearon desde la nada que dio origen a la palabra antes
en tiempos de un mar remoto, ígneo y nuclear.

En la luminosidad de tu piel comprendí
que no puedo dar lo que heredé de nacencia.

Desprovista del silencio y el canto,
recurrí a todas las cosas que he visto y probado.
Te devolví todo cuanto sabía:
los limitados números,
las dimensiones achatadas de mis espacios,
los colores de cajita de mi universo pequeño,
las historias de mis otros nombres,
y las leyes falibles de corazones y mentes torpes.

Y me enteré en el momento que conocía tan poco
que no sabía que no lo precisabas más de regreso,
Casa de luz,
tú muerdes al azul desamparando al cielo.

Tomé mi nombre y mi ego.
Verdaderamente ya no me servían
si no podía sentir tu caricia en mi cara.

Pero al llegar a las puertas de tu puerta
sus signos cayeron
como el sonido de un tren frenando en óxido.

Me quedé desnuda de regalos.

Entonces, decidí darte mi amor
o aquello que yo sentía cuando vivía
y era tan grande que me hacía grande
y me hacía sentir y creer
que yo podía ser la mujer más fuerte del mundo,
la valiosa, la centelleante,
la elegida por tu mesa para comer de tus manjares.

Te doy mi amor en medio de tu abandono.

Y es tan grande mi amor como la confusión de sus letras
que verdaderamente tampoco te sirve.

domingo, 6 de marzo de 2011

Casa de Luz (i)

Casa de luz,
vórtice donde rompe el viento,
en mi recuerdo apareces
como un relámpago que el estallido callaba.

Instalada estás en la distancia.
Trazas tu línea y se la das al aire que enfurece
en este lado del mundo.

Cuando estabas aquí,
solías revestirte de cristal en las noches tibias.
No había sol que derritiera tus entrañas.
A canción de cuna
tu muro y tu carne nos sabían.

Entonces mi yo multiplicado en todas las bocas del mundo
decía la palabra "puedo"
y el universo sus estrellas esparcía.

Un sueño como de otra existencia
nos venía en calidad de paz
en el tálamo de leche tibia de Vía Láctea.

Casa de luz,
canto en un raudal argénteo,
envueltos estábamos en tu matriz de fuego azul.

La lluvia entonces no dolía
y la fe tenía sabor de fruta dulce.


Hoy sólo queda el temblor acuoso y faríngeo:

El mapa del éxodo en tus puertas dibujaste
y al éxodo nos fuimos tus moradores.

Casa de luz,
qué habrá sido del calor de tu cuerpo.
A quién habrás abrigado estando tan sola,
cristalina,
mientras raspamos nuestros pies
en el magma burlador del centro de la tierra.

Casa de luz,
babel electrónica despojada de huellas dactilares,
nunca pude oír tu canto de metal en otro hogar.

¿Qué será de nosotros?

Vuelve tus ojos a nuestra desnudez,
abre tu boca amarilla
y envuélvenos en tu verbo.

Casa de luz,
jauría de ventanas ladrando viento.

Casa de luz,
tropo indescifrable y universal.

Casa de luz,
écfrasis divino de todas las cosas muertas.

Casa de luz,
casa de luz,
casa de luz.