Casa de Luz llama a mi puerta.
Me pide posada
para guarecer su luminosidad
de la jauría en revuelta.
Casa de Luz, llamas a mi puerta.
No tengo abrigo, dejaremos la mente abierta
o el alma antes de la muerte
o la muerte al centro de nuestra mesa.
Casa de Luz no quieres andar más
el camino del iniciado que va y viene.
Yo no tengo lecho, sólo libros.
En sus páginas, si te place, duerme.
Casa de Luz duerme conmigo:
ahuyento sus malos sueños,
con sus luces mi insomnio medico
para atestiguar cuando su sol despierte.
Casa de Luz sus ventanales
en mis pobres ventanas despliega
y no me habla de mi futuro
ni me cuestiona lo que pienso de la suerte.
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