jueves, 31 de marzo de 2011

Hacer el amor

Hacer el amor, sí
pero hacerlo de pie y sólo conmigo
carne fresa, pasto destino
sin consignar a aquel arbitrio mi boca.

Ése, que me invita a morir
de rodillas a la inmanencia de lo fallido
restregándome su piedra robótica en un gemido,
e ignorando el supradecibel inaudible que me toca.

Hacer el amor hasta decir:
"la lluvia no erosiona más el caos postrecurrido"
y no entender un ápice de lo que digo,
deshaciéndome de una vieja, mundial y falsa períoca.

Hacer el amor y con violácea tinta escribir
las palabras soy y puedo, vuelvo y siento, ya sólo miro
por mirar la vida entera, universal y abierta a mis oídos
como un refugio donde guardo lo que me vuelve loca.

Como una fragancia de flores machacadas al frenesí
de un beso que viaja y atestigua lo nuevo que respiro
envolviéndome en soles y lunas y versos nutridos;
una fragancia que derribe todo lo que hoy me sofoca.

Hacer el amor hasta gritar sí
para mí y solamente siendo mía.
Multiplicarme en las llamas del estelar incendio
reducir la pena máxima a la flexible filosofía
del canto divino que se erige sobre el silencio.

Hoy quiero hacer el amor, sí.
Pero hacerlo de pie y sólo conmigo
en el cuerpo del enemigo
y en los dolidos labios carmesí
de mi ignoto, chispeante camino.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Siempre tuve la sensación de que el amor nos hace a nosotros...Fuerte amor que vuelve a sí, y parece que te volverá en sí. Arde y consume en sus fuegos al lector. Besos.