Nureyév salta por la ventana:
abre sus ebúrneas alas de pluma de ganso
e intenta volar.
Nureyév cae de bruces
en el manto floreciente.
Escupe el pasto
se levanta y oculta en sus muslos la debilidad.
Esto no debería ser así.
Mi naturaleza es sempiternamente triste.
Soy un bocado de asfixiante blancura,
mi destino es dispersar la melancolía
en el viento.
Tomas un espejo
y arrancas del llanto la memoria.
Entras otra vez a casa.
Llena de luz, una luz de nieve blanca.
Limpia de ti como quisieron tus parientes.
Libre de tu nombre
aunque vivas en ella.
Nureyév toma aliento. Sube las escaleras
que dan al primer piso.
¡Hermoso marco de madera!
Si incendiarte a golpes con mis labios pudiera
no pisaría tu cuerpo con mis pies.
Abres la segunda ventana.
Te dispones a volar otra vez.
Y cuando del manto florido
libre te creías,
su piel envolvió tu fracaso.
Nureyév dispara en sentido inverso
todas las melodías de su abuelo.
La canción con la que su padre sedujo a su madre;
el arrullo del mar congelado
que mató a su hermano pequeño.
Todas le estallan
todas le arrugan por dentro.
Nureyév escucha un himno floral casa adentro.
Regresa y vomita al ver los nardos de una peli en la tele.
Abre la gaveta. Todo se ha esfumado.
El invierno se ha ido.
El gran bloque de hielo se ha descongelado.
Nureyév trae un leotardo sucio y blanco,
su rubio pelo atestigua
su despegue de aquel mundo, desangelado.
Nureyév piensa que no recordaba nada cuando era niño:
él era una rueca pequeña tejiendo minutos postreros.
Filas y filas de ideologías.
¿Adónde se fueron?
¿Por qué vendieron sus cuerpos
a la primaveral colorimetría?
Seca sus lágrimas con sus dedos tan blancos
como la cara pétrea de papá
al dejar el corazón en el vidrio.
Sube con sus mallas raídas
la inhabitada ala de la casa
que al ático conducía.
Todo es como un caleidoscopio colorido,
¿o es que tu mirada te engaña?
Salta, Nureyév, salta.
No hay nada más cansado
que arrastrar el invierno de todo el mundo.
Salta, Nureyév, salta:
la gente se olvidó de ti
y te cambió por frases con el arcoiris integrado.
Nureyév salta otra vez.
El manto de flores absorbió su rabia roja.
Todos los pájaros
volaron hacia donde dicen que está Japón.
Nureyév, alguien más cierra tu boca de nieve
por ti.
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