sábado, 30 de abril de 2011

Decreto último:

Lo mejor que has sabido darme
es este corazón
que parí un siete de agosto.
No me lo quitarás.
Latirá la mejor obra de mi vida
en cada mirada de niño
en cada sonrisa
de los hombres maduros
que amen a sus mujeres;
de las mujeres buenas que están solas;
del grito del joven,
bofetada sublime al vacío de todos los tiempos;
de los ancianos que amaron
y están por no volver más.
La mejor obra que he dado, amor,
es este amor puro no consumado.
Pero tampoco muerto.
Eternizaré el latir primero que vi
en tus ojos miel,
en cada letra que pronuncie mi boca,
en cada lugar que las letras A de tu nombre canten,
en cada libro que escriba y dialogue
al mediodía o en las sombras,

En cada minuto de mi larga vida sin ti,
brillará, terco, valiente,
joven, primaveral,
nuestro (desafortunado) corazón.

Para Alonso E. De Alba R.
Con el amor de cada vida,
durante todos mis tiempos.

jueves, 28 de abril de 2011

Una idea llamada amor se derriba,

Exijo entonces ver dónde está mi casa,
mi jardín,
las aves de paso y mi perro,
mis horas de desayuno,
mis portarretratos, testimonio del ligero paso
de los días comunes;
mis álbumes llenos de microhistorias,
mis discos para atraer el sueño,
mis especias para aderezar
las horas magras de la convivencia;
mis armarios,
mi cama,
tu abrazo, tu beso
y la línea del tiempo dibujada en la pared,
primera obra del arte de la vida de nuestros
(para siempre ausentes) hijos.


Para Alonso E. De Alba R.
Tras la caída del sueño.

Tempo fugit

Dejaré flotar el pasado
en la ceguera
del tiempo débil.
Así el instante fugitivo
obtendrá el sonido
de lo memorable
sin caer en el cliché
de la nostalgia.

miércoles, 27 de abril de 2011

Obituario

Funerales para el amor.
Cada hora se rezará un rosario imaginado de besos
por cada año que venciste,
fruto fallido de la primavera.
Hoy, capilla del olvido de tus manos.

Misa de Réquiem para el amor.
Mañana se oficiará misa al silencio que le sigue.
Posteriormente, se cantará a la ausencia absoluta
de un negado mañana.
Al terminar, en punto de las infinitas horas,
se esparcirán las cenizas de una década
sobre un azul que nunca ha dejado de hacernos sentir
cada día más solos.

Descansen en paz todas las ilusiones
más mías que nuestras.


Para ti, Alonso.

Veintisiete de abril (La última balada)

El día que supe que me iría para siempre,
diecinueve de diciembre,
fue el día que comencé
a engordar más de quince kilos.
Vino después la lluvia, veinticinco de octubre,
la paz del desierto,
el año uno galleta,
los cuarenta grados de luz abierta
y la inercia de los días.
Se fueron los pétalos de las orquídeas,
siete de agosto,
mi ramo quedó desnudo de su frescura,
dos mil uno.
Chagall en tus manos
se marchitó junto a esa carta
donde te di el corazón.
He pasado por montañas y túneles,
vida mía.
Tengo ahora la delgadez de mi carne triste,
amor entero que dios me negó,
todos estos diez años:
Nunca te vi llover amor en mis pestañas,
jamás fuiste beso ni promesa de alba
en mi carne morena.
A mí me inundan ya solo en sueños
los peces en el vientre vacío
de niños y casas y vidas sosegadas.
Amándote, dejé tu camino limpio de piedras
y a tu cielo le regalé las estrellas
que me faltan esta noche,
al velar a la esperanza.
Tu amor vuela lejos a otro altar,
tu no amor deja vacía mi alma.
El día amanece
y lo recibo al escribir
el punto final
de la balada que bailé diez años,
siempre sola, siempre de ti enamorada.

Para Alonso E. De Alba R.
por la breve y dulce canción que viví

martes, 26 de abril de 2011

Individualidad

La individualidad de la tierra
te la dejo a ti.
Yo me quedo con el canto de los ángeles
que habitan en el gran aire
y me traen noticias tuyas.

lunes, 25 de abril de 2011

Gloria

Tu nombre es una cauda de luz que se enreda
en mi lengua
aniquilando, voraz
el entrañable silencio
otrora incapaz
de borrarse de mi alma.

domingo, 24 de abril de 2011

El amor es universal

El amor es universal
pero hoy me siento muy sola.
La soledad hace al maestro
yo sólo sé que estoy en Su olvido.
Su olvido es en blanco y negro
aún guardo la esperanza de ver en mi alma
Su policromía.
La policromía es un fantasma que asusta
duele más el silencio de Dios todo el tiempo.
El tiempo nos hace frágiles
no me avergüenza mi fragilidad.
La fragilidad nos distingue de los dioses
pero eso a ellos no les importa.

Reconocimiento de la infamia

Siento una vergüenza enorme
tan diáfana, tan nítida,
impecable al tacto,
de haber escrito todas estas letras.

Suspendida ante mi infamia
oigo el latido de mi corazón
cada vez más pequeño de tristeza:
la mujer es la loba del hombre,
creo.

Sólamente espero ser perdonada
por esa voz pura, ajena al bien y al mal,
llamada poesía,
encarnada en sus dedos.

Sujetaré mi alma
al perdón de sus pasos.
Y no volveré a tocar jamás
lo que es intachable y bendito.

Supeditaré mi sueño
al arbitrio
de aquel día memorable.

Un Amigo

Quiero un amigo.
Uno que me invente galaxias,
si es preciso.
Alguien con quien pueda hablar
sin el compromiso de un beso.
Que arribe limpio, puro, sabio,
un regalo divino e inmenso
en las olas del alborotado mar de mi veintena.

Un amigo.
Uno con brazos, problemas y piernas.
La pared no es suficiente,
las bancas, los papeles, los libros,
las letras, los clichés, las vueltas alrededor de los contactos,
la misma vuelta de siempre
no son suficientes.
La filosofía, quizá,
pero anda muy ocupada con este nuevo siglo.

Un amigo.
Uno que aguante el alud de saludos míos
a la distancia o en el silencio,
da igual. Un amigo con rostro.
Uno que odie la hipocresía
y de pronto se le ocurra preguntarme
si vivo aún o si estoy medio enferma
-como hoy-.
Alguien que no me quiera adoctrinar.

Sé que pido algo así como la réplica de dios
pero en chiquito.
Nada más alejado:
desde niña creí en los imposibles.
Porque soy imposible,
escribo mi vida en vez de vivirla.
Porque soy imposible,
leo las manos muertas en tintas eternizadas.
Porque soy imposible,
aún creo en la posibilidad
de un amigo.

sábado, 23 de abril de 2011

Perro blanco

Quién seguirá tu nombre
sobre la yerba,
Te preguntas.
Ignoras que yo
Plantaré gardenias en tu cama
así esté marchita
o huela a radiante primavera;
así las pidas o no,
las guardes en el refri o las deshojes
sobre mi alma, junto a mi perro blanco
que tú llamas estrella
y yo simplemente le digo guía.

viernes, 22 de abril de 2011

Marzar la noche

Marchar a través de la noche,
marzar la noche en abril diciendo adiós.
Todo es tan frágil
a esta hora,
en este punto en que se fuga el tiempo
de una luz dormida.
Todo es tan primaveral
y dulce,
todo huele a paz y a infancia buena,
que entiendo, al fin, al silencio,
como una vaporosa piel
untándose al tacto de mi palabra nocturna.

Ave María

El día que el Ave María suene
en las cuerdas de un bajo recién salido
de una cantina,
seguramente entenderé mi buena suerte
de haber visto lo inaudible
entre todos los milagros del silencio
producidos dentro de la Tierra.

Prodigio

Prodigio,
poder ver los trazos de la luz
en la oscuridad de estos tiempos
a través
de una flor de luna llena.

jueves, 21 de abril de 2011

Enseñanza

Ignoro la enseñanza
que los maestros insisten
en mostrarme
cuando rozo con tu nombre al viento
y éste me devuelve la quietud
de las hojas tristes a mitad
de la primavera,

Sólamente siento
que hiciste renacer en mí
el fuego sacro del amor

Que me quema aún más que todos los años
de mi pretérito olvidado:
no estás aquí,
no estás sino en un grito mío
distante, inaudible para tu corazón.

Ignoro lo que pretenderán los maestros
al servirme en inasible mesa
el par de gotas del mar más puro
contenido en tus ojos,
si mis labios no son paloma mensajera
y sí un sable que corta la armonía
de la música del amor.

Sólamente siento que esperaré por ti
hasta que mi boca sane,
harta de mi destino malogrado.
Pediré fervientemente verme en ti,
contenerme en ti,
todos los días, distancia plena,
hasta olvidar que existen maestros
guiándome esta fe perdida.

miércoles, 20 de abril de 2011

Las puertas de la gloria están cerradas.

Oh luz de día, fuente prístina
que me acerca a la soledad de mis horas,
mi sin lugar en este mundo
con tus faldas se aluza.

Miro atentamente el hueco sin nombre
que es todo para mí.
Oigo el estentóreo paso de mi hermano
callándome con sus fauces sucias.
Nada me rompe, porque no existo.

Y soy más invisible aún
en un miércoles donde se cierran
las puertas de la gloria.

Servicio Religioso

Es que oyéndote me dan unas ganas
de asistir, como antes, a los servicios religiosos.
De dogmatizar mis dos lóbulos,
ver en la oblea mi llamada a larga distancia
con dios.

De creer que la indulgencia plenaria
sacará a mi sexagenario padre muerto
de mi mente que lo evoca,
triste y meditabundo por su hija loca.

De volver atrás y ser menos incisiva:
lo importante no era saber, sino permanecer,
creo, no sé...
A lo mejor tu dios
-que también fue mío en la infancia-
nos lo descifra o nos borra la memoria
con un padrenuestro.

No me lo tomes a mal, te lo digo en serio.
Me gustaría volver a los servicios religiosos,
tener ahínco para comulgar aún teniendo las rodillas sangrando
como en aquellos días de caídas de bruces
de aquel colegio.

No quebrármela tanto ni adjudicarme castigos innecesarios
como los que me sobrevinieron
desde la primera vez que le cuestioné el desamparo
o la injusticia.

Escuchándote hablar me dieron unas ganas enormes
de asistir, moño blanco, alma inquieta y pura,
a los servicios religiosos...

No debo tener en realidad tantas.
Estoy aquí, escribiéndote estos versos
que jamás leerás.

Diálogo versus Cielo

¿Qué haces? Nada.
Pero te veo mirando al cielo. Eso hago.
¿Pides algo? ¿Más que poder no estar pidiendo nada? No.
No comprendo. No estás obligado.
Me subestimas. En lo absoluto.
Simplemente mi boca cerró. Ahora pienso en el silencio.
En el cansancio que me implicó llegar hasta aquí.
Todos estamos cansados. No más que yo, te lo aseguro.
Entonces sí pides algo. Sí.
Pido al destino que me libre de mí misma,
ya que estoy tan cansada de oírme...
¿Sigues ahí? Sí. Has callado.
Es que no te comprendo. No estás obligado.
Me subestimas. No, en realidad no me gusta torturarte.
Eres demasiado bello. Como el cielo. Míralo.

martes, 19 de abril de 2011

El niño

Tengo un niño perdido
entre las sombras del subjuntivo pasado.
Lo perdí como perdí mi paraíso,
sus ojos negros nunca me miraron.

Yo tengo un niño que pudo ser mi carne.
Su voz ahora es un llanto en mi garganta añusgado.
Es mía, sólo eso de él
el tiempo me ha regalado.

Tengo un niño perdido
en el desempleo de mis horas jóvenes,
en el níquel y las tarjetas ausentes,
en lo terriblemente hostil e injusto
y en el ideal femenino
inadaptable a lo que el mundo esperaba de mí,
útero incompatible con mi pensamiento,
(demasiado pensamiento para un rosa corazón).

Tengo un niño invisible y dos nombres.
Ninguno de los tres me abraza en el sereno
Ni vieron crecer sus dedos
mi sonrisa de mortal agradecida
al atestiguar de la tierra el nacimiento de los frutos.

Tengo un niño que juega conmigo
a hacer de mi llanto jugo de anís estrella:
le canto una canción sin letra
y él me devuelve un sueño profundo
donde tampoco lo veo.

Ahí, en la otra parte de mi universo,
sé que tengo un niño dormido
que toma de mi mano el anverso:
lee mi suerte, pequeño y quedo.
No sabe callar su tristeza:

Mamá debía estar aquí, pero le cambió el destino.

Me sonríe.
Lo he salvado del mundo y sus fauces, sí,
soy la heroína que le prometió un lugar mejor
o la nada.
Por eso me agradece
todos estos años en que le hablé sin concebirlo
ni saberlo...

Yo tengo un niño perdido que me espera
en un lugar donde amar está permitido.
Yo tengo un hijo inexistente que vendrá por mí
al morir en mí el último latido.

Para Natanael

lunes, 18 de abril de 2011

El pastel

Hay un pastel al centro
de la mesa del extranjero
-extranjero
qué será para ti esa palabra
si el espejo no reporta país
cuando te miras en él-.

Un pastel de betún dorado
hecho por dedos que ya fueron
y un cálido sabor de mentiras dulces.

Celebramos el cumpleaños de nadie.
Nos sentamos alrededor
del festín del extraño
oculto al ojo del mediodía,
presente en el ocaso de los tiempos.

Partamos el regalo redondo y divino,
sirvamos oporto de ensueño
en las copas de unas manos quebradas.
¡Salud al extranjero en que devenimos!
Devoremos el manjar
como a nuestros hermanos.

Un ruido indescriptible
viste a los espasmos de los comensales
rompiendo la armonía de las migajas del pastel
que yacían en el silencio.

Había un pastel al centro
de la mesa del extranjero,
amigo tuerto, mano olvidada.
Cara conocida, pero de dónde,
amigo, de dónde.

Había un pastel de betún dorado
hecho por dedos que ya fueron,
como la noción de que aquí había
un extraño.

Precauciones

Me instalo aquí
a verte pasar de mí y mojarme
con la existencia de mi propio cielo.
A escuchar atentamente lo que no me digas,
oración cauliforme que se va de mis manos.
A dar un salto de luz cuando no me lo pidas,
risa campestre de un universo más arriba.
Me instalo aquí
por si el silencio.

Murmullo

Soy un murmullo
Soy un murmullo de viento
Soy un murmullo de viento que te peina
como lo hace el aire al pasar por la yerba.

Soy un murmullo
Soy un murmullo verde
Soy un murmullo verde que te sueña
como lo hace el suelo al oír la primavera.

Soy un murmullo
Soy un murmullo transparente
Soy un murmullo transparente que te muestra
el enigma que mi carne no ha podido decirte:

Te elijo a ti.
Te espero a ti.
Te hablo a ti.

Sólamente tú sabes dar y entender poesía a mi mundo.
Sólamente tú sabes reconocer
lo que da sentido a mis formas.

Soy un murmullo
Soy el murmullo de la promesa de un beso.
Soy el murmullo que oyes a lo lejos.
Soy el murmullo de mis labios
rezándote esto.

domingo, 17 de abril de 2011

Fina

Fina y yo platicamos del pasado
nomás por contrariar
la costumbre mundial de quejarse del presente
y hablar apocalípticamente del futuro.
Somos primas.
Eso lo hacían nuestros padres
cuando se veían.
Eso hacemos nosotras,
cuando platicamos del pasado.

Aparece la chica de los noventa
del programa para pubertos más chafa entre lo chafo.
Ahora sigue teniendo una hermosa piel
y se ve igual de puberta
aunque nosotras
mi prima y yo
ya no lo seamos
y nos veamos cansadas
y a veces tristes, pero sonrientes.

Es que ella tiene cremas
nosotras, problemas,
le digo
y me manda otro video de antaño.

Quiero tener quince años otra vez
para equivocarme distinto
pienso.

Luego me asomo al espejo
y entiendo
que el destino era el mismo
pero los caminos para llegar a él
eran los racimos de las uvas
que me comí desde la infancia
hasta estos días.

Vuelvo al presente, al de los videos de antaño.
Fina es la lluvia que envuelve la plática
antes de que mi prima se vaya a dormir
y yo, a escribir esto.

sábado, 16 de abril de 2011

Constancia de Acto Poético

Mi único acto poético válido
entre todos los que hago y haré en el lapso de esta vida
es erigirme, sin signo ni símbolo o fonema,
en mujer de amor
y ser visible únicamente
a través de la pureza de su palabra,
señor poesía.

Himno

Porque me sé inmerecedora de su puro,
sabio corazón,
señor poeta,
me resigno a escribir planas
creyendo que es poesía
y diluyo mi alma en el infatigable cuestionamiento
a mi propio dios
de si algún día, en otro universo,
mis ojos han de poder vaciarse en los suyos.

No lamentaré mi suerte, conozco al tiempo.
Me ha ganado otra vez el honor de la felicidad.

Entregaré mi corazón a plazos
en trozos muy pequeños, cristalinos,
a ese lugar divino: la Nada.
Paradisiaco lugar por su mano restituido
por su lengua sus puertas abiertas
por su alma sus frutos mostrables.

Y no daré parte a nadie
ni escribiré letra alguna.
Será mi regalo más puro,
entre toda la oscuridad que me habita
tras el rencor del desencanto.
Y será en honor suyo,
maestro, hombre de paz silente.

Porque me sé inmerecedora de su puro
noble, luminoso corazón,
señor poeta,
le agradeceré, humilde, a partir de hoy y cada día
su existencia
cantándole con este silencio infinito que se enclava
en los himnos más honestos
de mi otra vez aluzado,
pero impuro corazón.

Mantra de apertura

He venido para inundarte con mis palabras
el aire suave que nos brinda la tierra.

Y pedir permiso para decir tu nombre a los cuatro vientos
y uno a uno, desnudarte con ellos.
Yo pido permiso para registrar los matices de tu voz
en mis labios.

Pido permiso para acariciar tu piel
y envolverme en ella
hasta ya no sentir orfandad alguna ni aflicción.
Pido permiso para sostenerme en tus columnas,
pilares hechos con arena del desierto.

Pido permiso para quitarte las espinas de tus dedos
y besar sendas llamas, nuevas y quedas.
Pido permiso para trenzarte un sueño de papel
escrito con tinta indeleble, invisible e invencible,
canto perpetuo de mi alma para tu corazón.
Pido permiso de usar mis manos como un puente
entre el universo de tu vientre
y tu pezón.

Pido permiso para estar dentro de tu cuerpo,
para estar encima y dentro de tu cuerpo,
para estar debajo y dentro de tu cuerpo,
para estar a un costado y dentro de tu cuerpo.
Para dejar de existir dentro de tu cuerpo.
Para reinventarme dentro de tu cuerpo.

Pido permiso a la póstuma humedad de tu rostro
la oportunidad de entender la alegría de estar vivo.
Pido permiso a tus ojos
de capturar lo que desborde tu alma
y tenerlo y guardarlo para mí,
como un talismán que me guíe siempre hasta tu templo.

Pido permiso al tiempo
para ser siempre el hombre encargado
de hacerte cada día, cada hora,
la mujer única en el mundo que pueda yo crearte
con el corazón y mis manos.

Y puesto que todo desde antes de pedírtelo me lo has dado,
mujer, estrella, templo sagrado,
nada puedo hacer sino asegurarte que el destino
llegará incierto para ambos.
Y será un honor hallarte entre la niebla
y alegrarte en la canción del mediodía;
mirar tu pelo, que es camino que evita los infiernos,
bajo la luz del sol.

He venido para inundarte con mi silencio
esto que vibra en el aire
y se llama amor.

jueves, 14 de abril de 2011

Salmo humano para tu corazón

Desperdician la musicalidad de la palabra
ofendiendo cuando hay que apelar
a la sabiduría del silencio;
callando cuando es preciso oír
la canción multívoca contenida en la buena alabanza.

Así es el mundo.


Concentras a la Vía Láctea en el espiral de un amonite,
devuelves el espíritu de lo eterno a una piedra milenaria
con la sutileza del viento sobre una magnolia

y la recreación del universo es posible.

Nada fallará
aún si el mundo se falta a sí mismo
estando tú presente.

miércoles, 13 de abril de 2011

IV-4

Que sea la blanca nada cubriendo al Todo
brotando de sus labios
y no una afrenta,
sabio,
lo que llene mi existencia.

Que sean sus flores plagando los muros
donde escribo hasta no dar
-otra vez-
con La Palabra,
y no el olvido del mundo,
creador,
lo que poble mi país pequeñito.

Que sean sus ojos interpretando al mundo,
vitral sónico nacido cada quinientos años
y no la oscuridad,
descifrador,
lo que le dé sentido a lo que no comprendo.

Que sea su corazón tocando amor
en todos los niveles imposibles de oír
y no otra música,
hombre,
la melodía que endulce mi flor.

Desidia

¿Por qué esperaré tanto
cuando tengo la idea nacitura en la boca
y me subyugo a la soberbia
de creer que es mía,
si siempre al final ella vuela libre, suprema,
dejándome con la vaga sensación
de una aurora boreal a medio pintar
aquí, en el espacio que hay entre el alma
y el corazón?

Acaso es que pienso
en la repetición del instante hasta prolongarse...

Es el instante lo que me vuelve ajena
de un Todo que me observa, paternal.

martes, 12 de abril de 2011

Vía Láctea-Amonite

No tengo palabras para darle,
señor poeta.
Más bien he venido a que me regale una.

De pronto,
Vía Láctea se volvió amonite.
Sobrevivió al caos y al final de los mundos.
Fue arrojado en un mar
situado al lado del universo que se iba
llevando consigo las palabras de su boca:

Que alguien como tú lo recogiera
y brillara en sus, tus, ojos.

Mantra total.

El árbol que da frutos de alegría
reverdeció
ante el milagro de la fertilidad de la sentencia.

La mujer quedó, otra vez, muda de palabras.
Su corazón vio de nuevo el mediodía.

Guijarro

Como un guijarro lanzado
en la playa por un niño,
cambiando el universo entero.
Así somos las personas comunes.

Si eres un ser pequeño, común,
mortal,
vuélvete un guijarro.
No hay mucho qué pensar.

El mundo necesita cositas pequeñas.
Por cositas se realiza el cambio.

Yoko Ono, me asombra tu capacidad
para hilvanar estas fórmulas
tan mediocremente new age.

O dime cómo calificar esto
sin que deje yo de pensar
en tu penthouse en Manhattan
-los bed in for peace llenaron bien
el hoyo de la bala de John, ¿cierto?-
con sus cristales y sus pisos vacíos
y todas tus obras de arte
tan lejanas del mundo.

O en todas las cosas que has hecho
sin pensar en el guijarro que fuiste.

No te imagino regalando tus regalías,
subastando tus piezas
-dientes, esculturas, pinturas,
joyas, pieles-
en Sotheby's
para salvar a tus hermanos nipones
del destino que les espera.

No te creo guijarro pequeño
reconstruyendo el país que dejaste de niña
sólo por amor al prójimo.

Yoko, no te sientas culpable
-ya sé que no te sientes culpable-.
No eres tú la que está mal en todo esto.

Es tan difícil decir y hacer
que hasta dios mismo
tan pronto creó la Tierra
se quedó mudo.

Un guijarro pequeño, una sonrisa...

A mí también me gusta pensar
en el efecto mariposa
como creador de lugares maravillosos.

Pero, sabes, estoy presenciando la caída
de uno de los paradigmas más sólidos
del XX y XXI:
pensé que primero me iría yo
antes que Japón completo...

Como un guijarro lanzado
cual muerto sin alternativa,
cambiando el universo entero.
Así somos las personas comunes, Yoko.

lunes, 11 de abril de 2011

La fuerza de la ilusión no se va

La fuerza de la ilusión no se va.

A una huella de silencio, una foto del vacío,
les sobrevive la voz amante.

Un estallido de flor detona, voluntad de yin,
los mil colores de una diosa:

Las mariposas, el cielo, los zafiros y las frutas,
las aguas y el perfume.
El Todo permanece.

Pese al tremor de una garganta seca,
la fuerza de la ilusión no se va.

Pasará el temblor, expulsará un lamento.
Podrá entregarse al más ríspido de los cantos
de las mortuorias rocas

Pero la tierra permanecerá.
Beberá el agua de una mujer que aún ama.
Hará que un híbrido en su boca
de ave y flor nazca.

Los edificios de cristal se estremecerán
al ver los vestidos de primavera terca pasar.

La fuerza de la ilusión no se va.

Honor a todo lo que la erige, alta, suprema,
magnífica mujer hecha de trozos de mujeres plenas
el ojo de una poeta
la mano de la cocinera
la boca de la soprano obrera
los senos de la madre nueva
las piernas de la ilusionista reencarnada en ultramar.

La fuerza de la ilusión nos Eva.

La fuerza de la ilusión no se va.
La fuerza de la ilusión no se va.
La fuerza de la ilusión no se va.

domingo, 10 de abril de 2011

La brevedad de la metáfora

A veces la brevedad de la metáfora me enciende una rabia y un hambre voraz, capaz de tragarse todas las palabras del mundo,

Que me lo trago,
quedando ahíta,
inmunda poeta
que nadando entre ellas
pretende hallar palabras buenas.

Hay instantes que me abruman. Fragmentos de mí que deseo borrar, trozarme la lengua en veinte y limpiar el registro de mi voz con ellas.

No puedo.
Me hundo más y más
en la arena de los verbos
que callo, reinterpreto, mastico.

Y me saben a vacío,
a un imponderable hueco
llenable únicamente
con una palabra pura.

En la insondable pureza del cristal fonético, me pierdo y me echo a dormir.

Silueta

Mi silueta está proyectada
en el vidrio de la lavandería.
Igual si no estoy yo se mira,
como hace mucho tiempo no me veo
por aquí.

¿Es que acaso estoy tan vacía
que no puedo contenerme más
y soy silencio inaudible,
un nombre que, por encerrar el error del mundo,
unos le quieren huir
y sólo consiguen hacerme daño?

El jabón se asoma y me habla a mí.
Dice que soy susceptible
de ser lavada por todas las burbujas del universo.
Le creo,
pero no estoy segura de ser la primera
en dejar su piedra en el umbral.

Antes bien, sería un grito del mundano olvido.
Nadie me auxilió en la soledad.
Sigo esperando una verdad infalible
que plante gardenias en mi cuerpo.

Amor,
decía yo cuando era veinte y preciosa.
Amor,
lo sigo diciendo casi a los treinta,
lleno de arrugas mi corazón.

Mi silueta se proyecta sola
en el vidrio de la lavandería,
nadie me espera, nadie me espía,
nadie entiende lo que es dolerse la humanidad,
amarla sin un por qué.

Suelto mi retahíla,
me quedo vacía de palabras.

Salgo al jardín.
Es mi tambor rojo
lo que sobrevive aún después
de la desilusión más grande de mi mundo.

Acaba de pasar ante mis ojos:
la ceguera suspendió su batalla.
El dolor, la infamia,
corroen mi garganta.
La esperanza se nutre de un llanto seco,
arena atragantada, escupida, esparcida,
como polvo de estrellas nuevas
en mis pies cansados.

Mi silueta habla por su cuenta,
escribe sin tinta una carta.
Yo me detengo a reflexionar
en los eventos donde estuve,
donde no hubo dolor, amor, pasión, tristeza
o ansiedad.

Esto, quizá, debería ser vivir:
vaciarse hasta vivir;
abandonarse en el todo de una palabra pura
para poder vivir;
dejar el cuchillo y la herida recurrentes
para poder vivir;
darle un espacio a la palabra de un sabio corazón
para poder vivir.

Efe Eme

Anoche,
anoche soñé contigo.
Soñaba que me querías
y que me hablabas
y platicabas conmigo
como esos julios del bicentenario
donde el intelecto fue luto inmerecido,
como esas llamadas
que me turbaban hasta el amanecer.

Lamento tanto todo lo que te he dicho...

Me cortaría la lengua
-al cabo me retoña, soy caso perdido-
secuestraría a mi boca
y mataría las palabras
que dibujaron con tiza invisible,
invencible,
la soledad de verbos
con la que me has dejado,
ahora que tu voz
en mi campo desaparece una y otra vez.

Anoche,
anoche soñé contigo...

Acabo de escuchar
la versión nueva
de la canción dolida.
El chachachá no marca mi punto de partida.
La Efe Eme no marca historia
y yo a mi música
no la oigo si no la tocas,
niño.

Yo mi música la lloro al anochecer.

El aeropuerto

Un aeropuerto.
El gran vitral que mostraba
los pájaros mecánicos del hombre,
dormidos,
atestiguando el adiós
a una embestida de saliva y sal,
caricias y sonidos dulces.

Un aeropuerto y la bifurcación
de los caminos que, separados,
otra vez se separan.
Pastillas de resignación en tus bolsillos,
lágrimas auténticas en mi asiento en soledad.

Un aeropuerto tan real,
que desperté creyéndolo cierto.

Entre tú y yo nunca hubo luces de sol,
jamás viajamos al otro lado de la tierra...

Un aeropuerto como para pensar
en los adioses,
siendo el mismo adiós
el protagonista del futuro de nuestros labios,
aún cargando en mi alma el milagro de tu cuerpo.

Un aeropuerto...

Desecho la imagen.
Quiero soñar en ti,
amor divino, absoluto regalo universal,
como si el tiempo se hubiera detenido
sin un por qué,
misericorde,
para esta poeta que no sabe hacer versos
ni metáforas de valor.

A un liberto perpetuo

Amar tu voz de fiera libre porque sí,
hacerlo una vez y luego
en tu propia historia reafirmarte liberto,
sin dramas ni lamentos

y de tu cuerpo no hacer más alimento
que el de una simple, nocturna llama.

Claro que podría hacerlo.
Pero es que entiende, hombre,
que las diosas aman,
y se olvidan de eso que ustedes llaman
tiempo.

Un minuto o diez,
dos horas o un mes,
una vida entera en endecasílabos.
Una mañana de abril.

Da igual.
Es amor lo que estalla.
Todo lo demás, son olas artificiales
que rompen, grotescas, en la playa
de un irreal azul de mar.

sábado, 9 de abril de 2011

Ansias

Qué ansias de comer
en aire suelo tu carne en llamas.
Desmenuzar tu corazón
como un regalo inadvertido
llegado de lejanas playas
y cocerlo en el fuego tibio
de mi amor de diosa terrestre.

Yo dibujo y siento la flor
Yo escribo y le doy vida al laberinto
Yo canto y embrujo la luz
Yo danzo y esculpo tu cuerpo.

Yo reinvento el ritual del amor
y digo que no hay distancia sin fe
ni tempestad que sofoque nuestro fuego.

Y si la vida me permite
volver a ver
la inteligencia suprema cosiendo
nuestras palmas,

Entonces yo daré una alabanza
que durará por el eco eterno
de nuestros brillantes días.

Cometa

Tomaste la cauda de un cometa
y retuviste el fulgor
escribiendo con su luz aquellos versos.

Si lo afirmo es porque lo sé,
si lo sé es porque lo siento,
si lo siento, es porque yo soy
la estrella luminosa
que alumbra tu camino.

Y te crea y te arrulla el sueño
y te alumbra y te inflama
con su magma inagotable, interno,
una vida paralela, un amor posible en cualquier punto
de todos los universales paralelos.

Aquello que te ciñe y te dispersa,
el cometa que, otrora fugaz,
te imprime fuerza

Para reinventar otros planetas
donde sólo un grito, una llama transpirada,
un jadeo de lluvia sideral,
constituyan la atmósfera
que flores, árboles y aguas nuevas
puedan nuestros ojos respirar
nuestro tacto oír
nuestro corazón degustar
nuestras bocas oler.

Tomaste la cauda de un cometa
y retuviste el fulgor
escribiendo con su luz aquellos versos.

Igual que me tomas libre y tuya
en un tiempo fijo del tiempo espacio
que no tiene hoy, mañana ni ayer.

Soluciones nocturnas

Me quedaré aquí,
por si tienes un mal sueño.

Para ahuyentártelo con aliento de menta,
o darte un té de palabras sueltas.

Si no tienes manera
de conciliarlo,
entonces te daré el mío.

Que ecléctico está,
pero me entretiene ocho horas
diarias, hipercolorido.

Y si no te convenciera,
me quedaré aquí,
para reinventar el todo
con el golpe de una flor.

Foros

El machacamiento de las letras
o de los egos
no puede vencer
a la poesía por la poesía misma.

Si cerdos o arañas, vegetales, piedras o indulgentes,
la sonoridad de la palabra,
si irrumpida por el fuego eterno,
jamás muere.

Incluso es saludable
ver morir a los monstruos de la creación:
no más micrófonos, por favor, no más foros.
Aquí la cosa se trataba
de enmendar la voz con el origen del cosmos.

[Pero cómo duele el paso salvaje
del sordo con mil oídos
-la piel no respira: oye por los poros-
por la estepa del asfalto sin color].

Llamas

Las llamas de los dedos,
niño,
no las yemas.

El hombre nació
por el fuego de la creación.

Son soles danzantes
lo que portan, señoriales,
cada falange.

Las llamas de los dedos,
niño,
no las yemas.

Están hechas para asimilar a dios
y emularlo cantándolo uno mismo
en la vorágine creativa de tus postreros días de hombre.
A imagen y semejanza,
recuérdalo siempre.

Las llamas de los dedos,
niño,
no las yemas.

Por eso,
nunca quemes tu propio honor
magullando la perfección de las cosas
en la Tierra.

Cada movimiento
es un movimiento de fuego
y retumba en la estrella más lejana
del inconmensurable universo.

Las llamas... sí,
así.

Y ahora que lo sabes,
dedícate a contar
las historias del principio del mundo
que recordaste a la hora de la cena.

Escríbelas, dibújalas:
no siempre se tiene la inocencia
y la Casa de Luz a veces
sus ventanas le da por cerrar.

Nada, niño mío, dulce fruto de la vida.
A veces me pongo abatida.

Son palabras que tú jamás deberías pronunciar.

Las llamas de los dedos,
corazón,
no las yemas...

A mí también me gusta verte sonreír la luz.

viernes, 8 de abril de 2011

Canción de arena

Canción de arena para mecer adversidades
fosilizadas en un rostro múltiple,
lleno de historias:

La marea va,
el calor de fuego perenne viene.
El tremor del tiempo acontece,
la distancia su propia cauda devora.

Es el aire lo que trae cantos y voces.
Insufla vida y recrea temores
y lo mismo se acurruca en la impermanencia de las cosas.

Ahora que todo viaja y está por despegar
no llores más, niño,
no llores más.

Que los dioses jónicos atraviesan la luz y la sombra
y los budas de la casa de tu abuela
un guiño de esperanza cuando duermas
te darán.

Arru-rú, duerme ya,
que los dioses todos
su copa en tu nombre alzarán.

Canción de arena para adorar
la impermanencia de las canciones:

Porque eres finito en el aliento universal,
grábate este canto
y luego tíralo al mar
al mar
al mar
al infinito, estrellado mar.

Que lo atrapen los labios azules de la playa,
deja que se ocupe ella de cantar.

jueves, 7 de abril de 2011

Mire,

Quisiera ser flor de marzo
abril y diciembre
para poder ser dibujada por usted y su palabra,
Señor Poeta.

O ser estrella de su súper universo
una enana,
pero estrella al fin.

Me conformo con el beso que me da
muy de mañana
y en la lejanía,
o las palabras que cierran en paz
mis párpados con su melodía,
Señor Poeta.

martes, 5 de abril de 2011

Laus Poëta

Feliz primavera,
qué lindo el nombre de abril.

Usted dice eso
y yo vuelvo a creer en la poesía.

Las calles se pintan de un lila que da envidia,
se vuelven absurdas las mentiras,
se oye la música sublime de su voz
que ensordece al insulto incapaz de mi alma abatir.

Luego, el corazón de mi mundo
junto con el mundo de mi corazón
se arropa en el manto de sus buenos deseos,
volviéndose un mismo
florido
sonriente
ejemplar de tambor

Capaz de darle al mundo
una nueva canción de alegría verdadera.

Laus poëta:
Mi planeta se yergue una vez más y gira.
Irrumpe el color en la vieja elegía
si en mi pan de cada día
esparzo yo el espíritu de sus letras.