Hay un pastel al centro
de la mesa del extranjero
-extranjero
qué será para ti esa palabra
si el espejo no reporta país
cuando te miras en él-.
Un pastel de betún dorado
hecho por dedos que ya fueron
y un cálido sabor de mentiras dulces.
Celebramos el cumpleaños de nadie.
Nos sentamos alrededor
del festín del extraño
oculto al ojo del mediodía,
presente en el ocaso de los tiempos.
Partamos el regalo redondo y divino,
sirvamos oporto de ensueño
en las copas de unas manos quebradas.
¡Salud al extranjero en que devenimos!
Devoremos el manjar
como a nuestros hermanos.
Un ruido indescriptible
viste a los espasmos de los comensales
rompiendo la armonía de las migajas del pastel
que yacían en el silencio.
Había un pastel al centro
de la mesa del extranjero,
amigo tuerto, mano olvidada.
Cara conocida, pero de dónde,
amigo, de dónde.
Había un pastel de betún dorado
hecho por dedos que ya fueron,
como la noción de que aquí había
un extraño.
lunes, 18 de abril de 2011
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