Ignoro la enseñanza
que los maestros insisten
en mostrarme
cuando rozo con tu nombre al viento
y éste me devuelve la quietud
de las hojas tristes a mitad
de la primavera,
Sólamente siento
que hiciste renacer en mí
el fuego sacro del amor
Que me quema aún más que todos los años
de mi pretérito olvidado:
no estás aquí,
no estás sino en un grito mío
distante, inaudible para tu corazón.
Ignoro lo que pretenderán los maestros
al servirme en inasible mesa
el par de gotas del mar más puro
contenido en tus ojos,
si mis labios no son paloma mensajera
y sí un sable que corta la armonía
de la música del amor.
Sólamente siento que esperaré por ti
hasta que mi boca sane,
harta de mi destino malogrado.
Pediré fervientemente verme en ti,
contenerme en ti,
todos los días, distancia plena,
hasta olvidar que existen maestros
guiándome esta fe perdida.
jueves, 21 de abril de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario