Que sea la blanca nada cubriendo al Todo
brotando de sus labios
y no una afrenta,
sabio,
lo que llene mi existencia.
Que sean sus flores plagando los muros
donde escribo hasta no dar
-otra vez-
con La Palabra,
y no el olvido del mundo,
creador,
lo que poble mi país pequeñito.
Que sean sus ojos interpretando al mundo,
vitral sónico nacido cada quinientos años
y no la oscuridad,
descifrador,
lo que le dé sentido a lo que no comprendo.
Que sea su corazón tocando amor
en todos los niveles imposibles de oír
y no otra música,
hombre,
la melodía que endulce mi flor.
miércoles, 13 de abril de 2011
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