domingo, 10 de abril de 2011

A un liberto perpetuo

Amar tu voz de fiera libre porque sí,
hacerlo una vez y luego
en tu propia historia reafirmarte liberto,
sin dramas ni lamentos

y de tu cuerpo no hacer más alimento
que el de una simple, nocturna llama.

Claro que podría hacerlo.
Pero es que entiende, hombre,
que las diosas aman,
y se olvidan de eso que ustedes llaman
tiempo.

Un minuto o diez,
dos horas o un mes,
una vida entera en endecasílabos.
Una mañana de abril.

Da igual.
Es amor lo que estalla.
Todo lo demás, son olas artificiales
que rompen, grotescas, en la playa
de un irreal azul de mar.

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