domingo, 13 de marzo de 2011

Instantáneas

I

El niño eternizado
guiado hacia la gran ola
por el perfume de su madre.

II

Inmóvil, altivo,
el manto transparente
reflejando un cielo ansioso:
demasiados son en tan inesperado viaje.

III.

El viento trajo consigo
el cerezo de tus labios;
la ola, se lleva conmigo
tu abrazo sin fin.

IV

La luz nuclear levanta una lengua neptuniana
engendrando el pánico.
Nos volvimos dioses
para extinguirnos los unos a los otros.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Tánatos de humanidad soberbia, ciclo que cierra nuestro periplo hacia la eternidad, volviéndonos polvo, alimento de peces, fermento de humus. Tal cual, como esta bella poesía lo dice, tal cual. Besos.