Fuiste durante este día
la restricción autoimpuesta
a decir amor con todas sus palabras
sólo porque soy una tonta
y las tontas a veces también callan.
Eres el sol que sale en mi noche
lo que respiro para mantener en pie la batalla
ser mujer con mi nombre
es casi como lanzarse desde lo alto de una montaña;
Sigues siendo lo más puro
que he podido ver en este suelo otrora hermoso:
jamás conocí el paraíso
pero ya no lo necesito desde que vi tus ojos.
Sigues siendo,
también,
lo más bendito que le ha pasado
a esta mujer con el torbellino provinciano por vida
una suerte de remolino que llegó
para alborotar su melancolía
una estrella que flota entre sus piernas
y entre sus manos y entre sus besos y sus alegrías.
Para mí lo eres todo, merced del tiempo
de las distancias
y de que me he olvidado de toda lógica
y de toda epistemología:
aprendí a amar a ciegas
con las tres veces que miré tus ojos
y desde entonces viajo
sueño cuesta arriba
con que por las noches riegas este desierto
y lo vuelves el jardín de tus días.
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