viernes, 27 de febrero de 2009

El examen

Dentro de una hora con cincuenta
me harán preguntas extrañas
como lo que es varianza y moda
variables y cosas que no le encuentro un
para qué.

Estaría mejor que me preguntaran
más o menos cuántas veces
te pienso al día
cuántos besos lanzo a las nubes
cuando están pachoncitas
cuántos golpes a mi teclado
para escribirte mi amor.

O que me pongan a hacer un promedio
de las veces que te he encontrado
pensando en el mundo que eres tú
las mismas en las que yo me he entregado a tí
como lo hacen los ciegos a su lazarillo
o las veces que he dejado mi falda
en los litorales de los anillos
de mi padre Saturno
con tal de venir hasta donde tu ser
tus mejillas, tu cara de niño.

Que me digan si la campana de Gauss
se da en el punto exacto del mediodía
de la media noche
y de las medias tintas
con las que lágrimas y mariposas revoloteando
he abierto la boca alto muy alto
para ver si así me escuchas
para ver si así sientes
lo que vale en mí tu sol.

Estoy segura que me sacaría cien
si me preguntaran cómo se veía la luz
cuando me sonreías
aquellas tres lunas en las que te apareciste
y que tomé como píldoras
para mantenerme a flote
para ver si una cuarta se realiza
o para ver si puedo jugar a dios y recrearte
en el libro que tengo a medias escribiendo
y que te lo debo a tí, mi amor.

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