Entre el valle de cielo malva
con el suelo de polvo de ocre y naranja
diviso la entrada de tu sol
montado en las dos columnas de oro
que son tus piernas.
La ropa de la Luna la tienes a tus expensas
sus telas se tienden sobre tí
y el viento te convierte
en mi sonriente y guerrera bandera.
En tu cara se divisa la buena nueva:
la liberación de la soledad y de la tristeza
se anclan en mi garganta
como si fuera el trago más dulce
que haya probado en esta Tierra.
Será porque las palabras de luz
las trajo tu boca,
será porque en tus pies camina
el sendero sin fin
hacia la quinta esencia
que es una mañana de abril
en un mes cualquiera
cuando tus manos tocan mi guitarra
y me cantan la ternura y la fiereza
que palpitan bajo mi pecho
mientras que entre mi seno tus flores me dejas.
Entre el valle de cielo malva
con el suelo de polvo de ocre y naranja
diviso la entrada de tu sol
montado en las dos columnas de oro
que son tus piernas;
Entras por los cuatro puntos cardinales
haces uso de cada sílaba y de la música
que hay en tu nombre y en sus letras.
Y por cada paso que ondeas
se me ilumina el cuerpo
y la gente lo nota
y la curiosidad mi alegría despierta.
Y es que en tu cara
apareció la buena nueva:
hay amor en mi alma
y este amor quiere que tuya sea.
He florecido. Todo se lo debo
a tu presencia.
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