Mira cómo florecen
las flores en febrero
que no debieran florecer.
Benditas sean tus manos,
hacedor de milagros,
en tus ojos mis pétalos nacen
como preparadas para dar
una batalla campal
de besos y caricias.
Por tus labios
en mariposas se transforman
al llegar la medianoche;
Y mi corazón,
ese músculo que es el motor
de mis pistilos
envuelve tu sonrisa y la coloca
dentro de mí
al centro, para que estés a salvo
para que nada te pase
para que estés tranquilo.
Lo hago porque te amo
porque eres mi hombre
lo único que en esta Tierra sin principio ni final quiero.
No sé muy bien
qué se hace cuando se ama tanto
escribir, en lo que encuentro respuesta
a esta clase de llanto:
revivo apenas te leo entre mis costillas
me enciendes las ideas
soy una nube feliz por tí.
Mira bien, amor,
cómo florecen
las flores en febrero
que no debieran florecer:
El milagro es la colisión
de tu espacio con el mío;
el milagro lo haces tú cuando te miro
y dentro de mí el mundo vuelve a tener sentido
porque siento que por tí vuelvo a nacer.
Mira bien, amor,
cómo mis manos vuelan directo
a donde el centro que te hace un hombre recto
la deidad humana que más quiero
lo que me hace fuerte
en tierra hostil.
El milagro es saber
que algo más arriba que nosotros dos existe
y me pone a temblar amor tan pronto duerma
tan pronto despierte:
soy un milagro viviente,
desde la estelar hora en que te conocí.
lunes, 9 de febrero de 2009
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