Escuché una canción
y descubrí que me estoy volviendo
vieja y tontamente enamorada:
hablaba de una flor que evocaba
la esperanza del calendario
hasta juntar a dos almas.
Lo primero que hice fue escribirla aquí,
al centro de mi cuerpo,
después te imaginé a tí
todo lleno de mis besos.
Y luego vine a parar a este lugar
donde hago magia
sin que me confundan los tiempos:
hago metros con las palabras
y así siento que a tu corazón blandito
llego más pronto y con mi regalo
que es este amor que te tengo.
Escuché una canción
que me hizo saber que esto es cierto:
lo trajo tu estrella, sus notas
cantaban las cuatro sílabas
que para mí es tu edén-desierto.
Iba por las calles solas
y me confirmó cuánto te necesito
para que me viva esta sangre por dentro;
me abrió los ojos
y me confirmó lo mucho que te quiero.
Escuché una canción...
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