En qué momento estás
enmedio de este hastío
procurándome el alivio
que en ninguna otra parte he de encontrar.
Como a qué horas viene
tus prados como de sol
que caminan mi silueta
cavando por donde mis penas
sembrando ternura y amor.
En qué momento llegas
ángel de mi guarda
cuando pareciera que todo es tormenta
en tus ojos brilla la calma
y en tu sonrisa me envuelvo
para en el frío de la tristeza
no pensar más.
A qué horas llega
tu nombre, mezcla de regalo
y ansiedad por asirme de sus letras
torbellino de ideas expuestas
silencio que me urge
a amarte un poco más.
En qué momento cruzó la idea
de mirarte en mi ventana
como evocando la deidad
que cruzó nuestras miradas
y nos hizo eternos un segundo
enmedio del absurdo de este mundo
eliminando restos de soledad.
A qué horas llegas, yo te lo digo;
en qué momento asistes
a la sinfónica de este latido
es este siempre, niño guerrero mío
es este siempre, mi carne, mi sol,
mi fuego, mi hombre, mi ruiseñor.
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