Quise ser anarquista
hasta que me detuvo tu boca
y me paralizaron tus ojos
llevándome como se lleva a los esclavos
a someterme a las leyes
del tiempo
el espacio
de tus anhelos, de tus ganas, de tus deseos
de tus pensamientos
la aburrida lógica
la innecesaria razón...
Me quedé por una sóla ley
que realmente valía la pena
si por ella conocí tu figura
encapsulada en esa piel de arena:
la ley del corazón.
Quise ser anarquista
hasta que te tuve frente a mi cuerpo
desbarataste mis planes
echaste a perder mi amargado destino
y todo porque cupido mató
mi ascetismo romántico.
Quise ser libre
como la chiva loca que he sido
desde hace veintitantos
en mi prisión de soledad...
Hasta que llegó tu mirada
y me sometí a la bendición
de tus cinco minutos
en mi transitar.
Quise ser anarquista
y tiré la bandera y la ideología
por seguir tus ojos
por darte este corazón que navega
en este mar.
Quise ser anarquista...
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