Una lámpara
que no se extingue con nada
así le soples fango o lluvia
luna o sol.
Así es esto que me palpita
de los pies a la cabeza
y más al centro de mis dos volcanes
cuando disecciono tus sílabas
y las deslizo por mi sangre
o cuando las figuras de mis manteles
me recuerdan tu voz
o cuando un niño en la calle me sonríe
y recuerdo que compartes con ellos
la ternura que aprecia mi propio dios.
No quiero ser trillada
apelar a los lugares comunes
la poesía de esta voz de mujer niña
que te llama al dormir
al soñar contigo
al despertar.
Pero no encuentro otra manera de decirlo:
retumbas en mí
y yo soy esa lamparita
debe ser porque tus dedos así me lo indican
debe ser porque en mí naces
la frase de dulzura amor.
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