Escucharé el crujir de las ramas
como si fueran tus piernas
al ponerse el sol;
Y de alguna manera haré que existan
las manos enredaderas
para sentirte entrelazado a mi cuerpo
en esta tarde de azul terco
que me impulsa a quererte
en todo mi esplendor.
Veré que las horas
se hacen tibias entre tus yemas de orquídeas
y la voluptuosidad en tus dedos
emerge de mí un jardín de invernadero:
las flores más estrambóticas e inusuales
brotan en mis pechos
y por pies tengo nardos
que se abren en el crepúsculo
justo cuando tus ramas crujen en mi regazo
y tus ojos son dos semillas tiernas
que practican las artes
de la germinación.
Querrás saber por qué tantas flores
tantas hierbas, tanto verde:
la explicación es tu nombre
ya sabes que eres el edén
que sustenta las olas en mis caderas
y el oscilamiento de la tierra roja
en un acto subversivo
una eclosión de amor.
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