Como un tambor a cuatro tiempos
así oigo este corazón
en este jueves en donde no comprendo
por qué he de hacer una tormenta
en un vaso de agua dulce
si por esos ojos, tus ojos,
me he vuelto un maremoto de amor.
Recojo mis penas
ya me doy una idea de conjunto
mientras exista la posibilidad de latirme
cuando escuche tu nombre
y de ver cómo mi cuerpo enjuto
apenas tus labios rozan mi piel
cuando los árboles se mueven
por el efecto del viento que eres desde
ese ombligo urbano lunar;
Y me doy cuenta que arrastro la cobija
los pies, la voluntad y la mocha pudicia
y me vuelvo cohete de besos
mujer volcán.
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