envuelve a mi amado
como si unos brazos de sal y tierra morena
lo hicieran.
Yo, su mujer, estoy despierta
en medio de la estepa
que ahora llueve brisa de amor
para él
y con los dátiles del mar reseco
hago una cuenta
de los besos que le debo.
Menta azul, acaricia a mi hombre
y dile que a un día estoy
de su dermis.
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