Que un mismo listón nos gire
nos dé vueltas los pies
nos llene de limonada -ahora que son lujosos-
de tres tintos, un equinoccio con nuestras elevaciones
plegarias sexuales
montes de besos sublimados en recetas no seguidas
para persistir la vida de este amor
tan puro y grande
que a mí, amado mío,
me hace implotar un canto en la garganta.
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