Señor de la espuma fecunda
señor de la espuma radiante
ábreme el camino para tu cielo
ave
ábreme en dos el sol
como yo abro mis muslos
a tu cordillera.
Y luego no hables
no expongas
no cuestiones
tan sólo tómame
con la curva del encanto
y también con mi necesidad de ser apostada
a que nunca volveré a vencer
porque me retiene tu vientre
y algo más
llamado amor
y ahora, por tanto
soy algo así como una flor encarnada
en la cima de tu fuego.
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