Gracias, divino lamento
porque has cesado y en mí
la ceguera se vuelve su brazo
y su saliva
su lava de miel y abierto mar.
Gracias, divino universo
porque los científicos no han llegado a conocerte
y sin embargo yo te veo
en sus ojos café
y en su cabello cuando me atrapa.
Gracias, divina maestra
porque la lluvia ahora es de un cristal
y expuestos están
su corazón y el mío
ataviados de un amor
como para izar una bandera a un nuevo encanto
a otro tiempo
a un nuevo campo.
Gracias, divino Amor
porque entre sus costillas yo me hundo
y renazco y floto y muero y me despierto
y soy suya y tuya
que al fin de cuentas
tú y él
son la misma deidad.
sábado, 15 de marzo de 2014
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