Olerte el pezón
lamerlo con hambre lampa,
de perenne lumbre cubrirlo.
Volverlo un dardo.
Apuntar con él mi clítoris exultado en ti
cabeza de flor entregada
a la dulce escena del bombardeo.
Tallarte, morderte, enrojecerte el pezón.
Después tu grito niño.
Luego tu sexo enhiesto juzgándome en maremoto.
Luego todo.
Escribirte mi éxodo hacia tu pezón.
Dormirme en la búsqueda de tu pecho.
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