Tengo el misterio del fuego por ti
engendrado en una yema de sol renovado
justo en el núcleo de la primavera.
Dime, amor, por qué habías tardado
dame todas las olas del no tiempo
sus crestas perdidas, insignificantes.
O no:
Mejor dame otro sistema solar
e hilváname tu amor en cada célula
hazme arder como en el principio
los girasoles lo hicieron
séllame en ti, pero que sea perpetuamente.
El tiempo real eres tú.
Deja que mi pretérito me ahogue la sombra.
Y dame, por favor, vida mía
la Primavera de Córdoba sin final
así
hasta que un día pueda escribirte
la revolución de amor que llevo dentro.
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