como a las perras sumergidas
en la saliva del deseo
se tomarían.
Embísteme
desarticula mis palabras
cállame profundamente
hasta alienarme al fuego de tu carne.
Muérdeme
ahógame en tu país seminal
córtame las raíces podridas
arráncame los pezones
hasta que de mí brote esta oración
tan universal como mirarte y besarte
tan única como tu brazo aprisionando mi pierna
tan verdadera como es el grito que a ambos nos hunde
en la inmensidad de una unión
mitad sagrada mitad bestial.
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