Los puentes son objetos animados
peculiares, imaginados
extrapolados y bifrontales.
Nunca hay uno igual
y el mismo siempre es distinto cada día después
de que un jaguar come una manzana en luna nueva.
He creado puentes, he logrado eliminar a varios.
Pero preciso de uno muy exacto para brincarme al futuro
catarlo, analizarlo con la parsimonia de mis tres arrugas en mi frente,
pisar una hormiga para desencadenar un caos existencial
en caso de ser necesario.
Daría todo mi pensamiento
para crear uno donde pudiera rescatarme a mí misma
-y a uno que otro incauto que anda igual que yo-
del marasmo del ser que nos agobia
enmedio de la excéntrica tecnocracia
que no sabe nada
y nos coloca en la plateada marginalidad.
También daría mi corazón
con tal de tener uno de ombligo a ombligo
unir los centros de nuestros sendos universos
matar al tiempo con una sonrisa única,
un guiño vencedor de la inmanencia del letargo.
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