Siempre creí
en la circularidad de los momentos.
Son como unos labios bien rojos
húmedos y tibios.
Son como nuestros cuatro ojos medio ciegos
queriendo jugar
a buscar la aguja entre la nada.
Y porque creo y soy crédula
de la repetición de las buenas cosas
espero divisar tus manos
una de estas tardes
y alargarlas tanto
como mi cabello que no deja de crecer.
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