Me acostumbro
a ser la común entre las flores
la privilegiada de ciertos dedos
que le dan sabor a mi absurda vida.
Me entrego
casi como ciega en tiempos de guerra
y saco lo que tengo
una especie de ofrenda
para el más humano
de los ángeles de este siglo.
Me escondo
entre los abedules y las enredaderas:
quiero ser primavera para cuando entienda la tierra
que decidí ser así por amor
y nada más.
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