Intenté negarte
tres veces,
como lo hizo Pedro a Jesús.
En las tres me perdí la sonrisa
un poco más,
y después de la tercera
entendí que negarte
era matarme a mí misma.
Quiero ser vida,
quiero estar viva.
Abro mis labios
para pronunciar tu nombre
mientras mis ojos deslumbran
esta llama que ni el mismo sol
se atrevería a humillar.
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