Hubo nubes
sensuales
esta mañana:
los primeros naranjas y toronjiles
de enero
se desnudaron frente a mi miopía en stand by.
Hubo demasiado derroche de lava celeste.
Abrí mis manos y derramé mi nombre adrede
ordené que en ese mar de aire
navegara tu nombre
para que al reconocerte el viento
abrazara tu cuerpo.
Giré la cabeza:
había demasiados labios que no eran los tuyos,
demasiadas manos sin ansiedad.
Cerré los ojos,
grité tu nombre hacia mis entrañas;
reapareciste como cada día lo haces
desde que te conozco.
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