Sufragué mis errores
a base de puros silencios
y besos de viento
que han sido todos tuyos.
Lanzo piedras de colores en los charcos
y pido con lo que me resta de lucidez mental
una canción que lleve tus cuatro puntos cardinales
esos que ya sabes me encanta oír cuando digo tu nombre.
También pido por ti:
tanta luz no puede ni debe
llorar en lugares donde la humedad
sabe a moho disfrazado de alegría.
Si te extingues,
de inmediato se extingue la loca desbocada
que nadie entendió desde siempre.
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