Eres total como la música:
te enciendes, reverberas,
vibras otros confines sagrados,
te callas y te liberas,
abres paso a otras imágenes etéreas,
acompasas, te estancas, después te aligeras,
y finalmente explotas en armonías
que graban y tatúan y envician de a poquito
a este melómano corazón.
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