Sufriría la noche por tu ausencia
si no supiera
que me robas y me existes
y te acurrucas en cada parte más cóncava
de mi cuerpo.
Pues aún si esta noche no logro unir las líneas
de nuestras huellas dactilares,
tu lazo de hombre huracán y niño incendiario
me rodea la cintura
me desvela las cejas
detrás de la timidez que enmarcan
estos lentes de aro negro;
desnuda mis palmas
y las deja idénticas a mi cara traslúcida
que irradia a mi alma desde lo alto
de mí misma
cuando sé y reconozco
que me caminas estas calles
que son mis piernas
y son mis brazos y mis labios
como sauces abiertos a tu aroma de ave azul.
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