Escarbo con las manos
la parcela de barro de mis días previos;
sé que mi raíz nunca estuvo ahí.
Pongo flores al vacío,
regalo estrellas a mi dador de sentido.
Vuelvo a nacer cada día
sólo para venerar la coincidencia cuántica
y las nubes y los pájaros artificiales
extraídos de una neurona de dios.
lunes, 18 de enero de 2010
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