Nadie es perfecto.
Ya ves,
te amo,
y eso me hace sentir
la mujer más feliz
entre todas las felices
de esta extraña tierra.
Supongo que ahora es
cuando tú deberías decir
que acabo de alcanzar
el punto exacto
de la perfección.
(Y tendrías razón:
sin dualidad
todos somos un tazón de orquídeas
sin azúcar y sin leche).
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