El tic tac no me agobia
-tanto-:
llevo tu nombre escrito
en mi lunar del brazo izquierdo
-creo ya habértelo dicho-
y tengo resguardado mi amor
en esa cajita que no todas tienen
porque resulta que de pronto
soy muy old fashion.
La lealtad desapareció
un buen día
cuando los besos se abarataron.
Pero la mía no perecerá ante otros ojos
más entornados, más grandes, más penetrantes si quieres;
y mis besos tampoco soltarán sus riendas
ante el primer caballero bañado en chapa de oro
con imitación de corcel.
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