No temeré por el sentido de la palabra
en tanto su esencia no escape de mi boca
y sus formas se queden en mi cuerpo.
No temeré por el sentido de la frase
en tanto su aroma se impregne con mi aliento
y sus reglas no sirvan para guía de las ortodoxas
palomas todas, para ave sólo unas cuantas.
No temeré por el sentido del idioma
en tanto abrace el microcosmos, el macrocosmos
y el microondas de la vida presencial
calor humano erguido en enredadera de asfalto
y palmera desértica,
manto de nieve en las afueras,
lluvia de besos para dormir para siempre
con la sonrisa de la paz de frente a barbilla
y de oreja a oreja.
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