Si resultase el hielo en el mar de tus venas
si la vida parase de un soplo no divino y además núbeo,
volátil, extranjero entre las piernas de Celeste,
mi amante y tu casa,
juro que correría el velo del fuego eterno
lo apresuraría a mis manos
me untaría las brasas para fundirme entre las cenizas,
hijas todas de la fábrica de por mi casa.
No es codependencia ni idolatría.
El aire es y ha sido el mismo antes de este suceso
llamado tu nombre.
Simplemente no habría motivo feliz y demostrable
para descubrirle al mundo
que lo que le hace girar no es la física
sino el corazón bien puesto en medio del pecho
para darle batalla a la alta marea.
sábado, 16 de enero de 2010
Batalla
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