Y Usted me dice
que no existe el no tiempo.
Es una lástima
pensar que ayer noche
creí poder besarlo
(no sé si me atraigan sus ideas
o sus versos sin rima y llenos de letras
o la soledad compartida
a treinta años más)
de prejuicios temporales
-y dale con el mismo asunto-
libre me sentí capaz.
Suelo encender llamas
con hologramas.
Pero su voz me resuena en mi cabeza:
yo perdí la mía por su pelo de nube
del lunes diez para acá.
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