martes, 25 de agosto de 2009

Caminar no siempre es suficiente

Caminar no siempre es suficiente
hacen falta patines en el cerebro
para olvidar los embustes
de tanta oficialidad.

Incluso de los errores
de hablar por hablar
o peor aún, de hablar esperando equidad
nadie dijo que el sentimiento
fuera elemento obligatorio del morfema.

Uno canta ego amo te
a la pared
como esperando un buen guiño
de la naturaleza entre el escombro.
Olvida que la naturaleza es no natural.

Las paredes no sienten,
protegen, asfixian, enloquecen sabios
a los malos los vuelve indolentes.

Nadie dijo que amar a las paredes fuera malo...

pero, caray, debiera amarse al que está detrás
esperando, o tal vez no espere y se le agarre descuidado.
Habría que amar el intento de amar.
Ese pobrecito héroe chiquito,
nadie dijo que siempre fuera a triunfar.

Como tampoco nadie dijo
que cumplir más años
te hiciera especial;
lo especial viene de lo aprehendido,
no de los años.

A veces ocurre,
que lo especial en tantos meses cantados
es la juventud para abrir las manos
para recibir un regalo cualquiera
de una existencia cualquiera
en un restaurante cualquiera
con un singular atardecer.

O ese guiño que sale de un ojo cansado
y lo vuelve
frase de adolescente jugando a amanecer
con la boca chueca de reírse de uno mismo,
volver a enfadarse por reírse de uno mismo,
y luego perdonarse y volver al ritual de la autoburla otra vez.

No se aman los años
ni el estatus, lo definible es poco susceptible de amar.
Lo verdadero no se contiene las ganas
en un intento de poesía,
eso vuela, se atrapa, se siente,
acaba con la desgracia
la monta, y todo vuelve a funcionar.

¿Por qué?

Los trajes aburren, el protocolo, la etiqueta,
las frases lastimeras, gastadas, imperfectas,
el elote desgranado en un paseo cualquiera
que evita y evade hablar de infelicidad:
todos somos domingo, vamos, ¿qué les pasa?
toma mi mano, no preguntes si el mundo requiere
un hijo más.

Entonces:

Enamorarse de una palma abierta
a pesar de la cabeza hecha nube
a pesar de las distancias cronometrales
de la anacreóntica belleza
y tantas superficialidades
eso es lo que agarro de maleta
nada importan las voces
una palma abierta
con caminos arados y otros por arar
noche de julio, no ché sin julio,
a ése aún lo necesitamos.

Las estrellas de la noche se ven bien
si me vuelve a sonreír
mientras lee esto.

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