Aprendí que cuando uno pide
una esfera de viento
para inventar otro asiento
otro árbol, otro nombre
y otro lugar
las manos se llenan de ámpulas
y dios no ha tenido nada qué ver
y tú eres tan pequeño
para con el karma intentar dialogar
que es mejor no intentar salvar la ropa
a la hora de agradecer los lapsos
plasmarlos en esta hoja
para que nunca mueran, para que se queden
una porción de bellísima e insondable eternidad.
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